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César Caballero Reinoso
columnista

Discusión leal

La discusión sobre los acuerdos de paz está llena de agravios, ataques, descalificaciones, emociones y unos pocos argumentos.

César Caballero Reinoso
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César Caballero Reinoso

La discusión sobre los acuerdos de paz está llena de agravios, ataques, descalificaciones, emociones y unos pocos argumentos. La campaña será intensa y copará el grueso del espacio de los medios de comunicación, así como de las conversaciones de los colombianos en las familias, los lugares de estudio, trabajo y los distintos escenarios sociales.

Tengo una posición definida de apoyo a los acuerdos, y como columnista y ciudadano no pretendo ser neutral en este debate. Aspiro a ser transparente y leal con mis interlocutores en las discusiones. Por ello, lo primero que he realizado es leer el documento de los acuerdos. No ha sido fácil, es largo y tedioso, lleno de un repetitivo lenguaje incluyente, adornado con un formalismo de abogados, propio de dos partes que sienten desconfianza entre ellos. He visto varios resúmenes muy buenos, que ayudan a entender sus contenidos. Por ello, para quien no tenga la paciencia de leerse las 297 páginas, recomiendo los de la revista Semana y La Silla Vacía.

Lo segundo tiene que ver con evitar lo que Estanislao Zuleta, en su muy famoso discurso ‘El Elogio de la dificultad’, llamaba la “no reciprocidad lógica”, en la cual aplico una manera de razonar a mis posiciones, y otra muy distinta a la de mis contradictores.
En mi caso, quiero ser juzgado por mis intenciones, y en el del otro, por sus resultados; en mi caso, las circunstancias explican mis errores, y en los del otro, son su naturaleza dañada y sus malas intenciones lo que explican sus logros o frustraciones.

La tercera acción que intento tomar es escuchar a mis contradictores, dejarlos hablar, expresar sus inquietudes y seguridades, aun si ellos no me ofrecen lo mismo.

Estas son tres medidas concretas para intentar unas mejores discusiones. No se trata de convencer a quienes piensan distinto; ellos, en una democracia, tienen todo el derecho a hacerlo. Pero, entendiendo mis responsabilidades en escenarios públicos, creo que debemos ser leales con quienes nos escuchan y con nuestros interlocutores, eso significa dialogar con reciprocidad lógica, luego de haber leído los acuerdos y reconocer que los mismos están lejos de ser perfectos.

No creo que la firma de los acuerdos, su ratificación e implementación sean la solución a todos los problemas de nuestra sociedad, pero, sin duda, son un arreglo que nos permitirá avanzar y prestar la atención debida a otras problemáticas. Los textos tienen cosas que no me gustan: una redacción llena de filigranas jurídicas y admitir que como sociedad no pudimos derrotar a las Farc. El reconocimiento de situaciones que deberíamos haber hecho sin necesidad del acuerdo: la actualización del catastro rural, la inversión prioritaria en 100 municipios pobres del país. Por supuesto, tienen muchos temas que pueden significar un avance en la construcción de una mejor sociedad, como una reforma política integral y darle representación parlamentaria a 16 territorios olvidados. El balance entre sus pros y sus contras es, a mi juicio, altamente positivo.

Por esto me propongo adelantar discusiones, en los escenarios públicos y privados, que sean leales con mis interlocutores y con quienes nos escuchan.

César Caballero Reinoso
Director de Cifras y conceptos

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