No solo la migración de venezolanos tiene en apuros a Colombia. Ahora también la introducción de acero de contrabando con ese origen está causándoles dolores de cabeza a los comercializadores nacionales. La alarma es tal que varios de ellos se unieron para publicar varios avisos, entre la semana pasada y esta, en medios de amplia circulación con el fin de invocar al Estado para que tome medidas.
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Andrés Ramírez, presidente de la Cámara Colombiana del Acero (Camacero), explica que las fluctuaciones de la divisa en el mercado negro del vecino país están alimentando un contrabando ‘por extracción’ de este metal.
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Añade que al existir dos tasas de cambio paralelas, los contrabandistas, en vez de comprar 30.000 bolívares por dólar en los bancos, obtienen 240.000 bolívares por cada dólar en el mercado negro y luego, con eso, compran acero.
De esta manera se pueden dar el lujo de introducir por Cúcuta cada tonelada de acero al país a un precio de 400 dólares la tonelada aproximadamente, mientras que por el puerto de Barranquilla, el que entra de manera legal, llega a unos 700 dólares. En especial se trata de acero largo, laminado, de amplio uso para tubos y perfilería. De este, el país consume 2,2 millones de toneladas.
La mercancía se dispersa luego hacia las grandes ciudades y se vende en ferreterías pequeñas a un precio de entre $1.650 y $1.750 por kilo, en tanto que el promedio de los locales lo ofrecen a $2.050 o $2.100 el kilo.
Según estimativos de Camacero, por cada 1.000 toneladas legales entran 3.000 ilegales, lo cual quiere decir que durante el 2017 arribaron a Colombia unas 30.000 toneladas de acero de contrabando.
Según Ramírez, también se estaría incurriendo en otros delitos como lavado de activos, evasión de aranceles e IVA, pero lo más grave es que lo que llega no cumple con los estándares de calidad exigidos para construcciones sismorresistentes.
Adicionalmente, también estarían cometiendo un delito en Venezuela, pues en esta nación el acero se considera estratégico, por lo tanto es subsidiado y está prohibida su exportación.
La única siderúrgica de ese país, Sidor (Siderúrgica del Orinoco), llegó a producir 4 millones de toneladas, pero después de la crisis ahora está en menos de 300.000 toneladas, una cantidad que, sin embargo, no alcanza a poner en las plazas locales dada la contracción de la actividad constructiva. Por esa razón, el producto busca mercados por fuera.
CRUCE POR EL PUENTE
Lo curioso, según Ramírez, es que, al contrario de los juguetes o los zapatos, que utilizan de manera subrepticia las trochas, el metal entra a Colombia por las noches, cuando habilitan el tránsito por el puente Simón Bolívar, enrollado en bovinas gigantes que pasan en mulas, lo cual hace difícil camuflarlo.
Así, una tonelada en Venezuela cuesta 110 dólares y en la frontera con Colombia termina el precio multiplicado casi por cuatro, luego de pagar fletes para cruzar medio país, desde la zona del Orinoco, pero sobre todo de reconocer sobornos. Si bien se estarían valiendo de documentos falsos, al gremio del acero le extraña que pase tan fácil.
“El contrabandista no reembolsa las divisar por el Banco de la República, o sea que este además es un delito cambiario. Tampoco pagan impuestos, aranceles e IVA ni cumple la norma colombiana de sismorresistencia, lo cual es gravísimo para su uso en la construcción”, reiteró Ramírez al recordar los casos de edificios que han colapsado por materiales malos.
Adicionalmente, dado que se trata de transacciones que se hacen rápido y en efectivo, se presta para encubrir lavado de activos.
Camacero ha estudiado el tema y detectó que son alrededor de 15 empresas las que han hecho estas operaciones sospechosas. “Se crean para hacer los papeles de importación y luego cierran, sin dejar rastro”, explica el presidente de la agremiación.
Juan Manuel Lesmes, director ejecutivo de la Cámara Fedemetal de la Andi, apunta que a estos precios es imposible que los importadores legales compitan con ellos, pues en el mercado internacional la materia prima del acero está por encima de los 600 dólares la tonelada.
Hay que recordar que Colombia importa “la solución es que haya un estricto control aduanero y que estas investigaciones las hagan todas las áreas de la Dian, integrando lo aduanero, cambiario y el área de comercio internacional”, puntualizó Lesmes.
Por su parte, María Juliana Ospina, directora del Comité de Productores de acero (también de la Andi), indicó que, de manera complementaria, con la Superintendencia de Industria y Comercio, están programando capacitaciones para el próximo semestre, con el fin de que los pequeños constructores aprendan a evaluar la calidad del acero que compran.