Colombia está enfrentando un momento histórico de cambio, el cual trae consigo una gran cantidad de retos. Entre estos, uno de los más importantes es, tal como afirmó Malcolm Deas, profesor emérito de la Universidad de Oxford, que el Ejecutivo debe lograr extender su gobierno a todo el territorio nacional, algo que en las últimas décadas, no ha ocurrido.
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Esta y otras fueron las conclusiones que el académico mostró en el evento organizado por Función Pública de Colombia, en el que se discutió sobre los desafíos que enfrenta la administración.
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¿Sigue siendo optimista con el proceso de paz en Colombia?
Si. Lo que pasó la semana pasada preocupa bastante, es una mala noticia y no se puede tapar. Puede ser que aumente la disidencia y tenga impacto en la opinión, pero no creo que vayamos a regresar al conflicto, ya nadie quiere regresar. Hay que tener claro que pensar que las Farc, de la noche a la mañana, iban a dejar todo atrás es muy optimista, porque las tentaciones son enormes, pero yo creo que el hecho de haber desarmado una guerrilla grande es importante y en muchas partes del país la gente siente alivio. Estamos llegando a una paz más completa, porque ya nadie cree que la lucha armada.
¿Qué debe hacer Colombia para conseguir pasar página?
Yo creo que la paz imperfecta es un hecho político. Ningún gobierno arregla las mentes de todo el mundo, especialmente en este país en el que los colombianos son bastantes independientes en su criterio. Por eso, la crítica siempre va a seguir, habrá gente que querría cambiar cosas, pero el hecho es el hecho y nadie lo cambia con debates teóricos. Mi posición es que hay que tener paciencia, mantengamos la mente abierta.
¿El Gobierno debería hacer más?
Yo no creo que un gobierno deba mandar a la gente a reconciliarse, estos tienen el derecho de desahogarse. Yo tengo un amigo cuya familia sufrió mucho en el conflicto, y él no quiere recordar, lo que quiere es olvidar. Amnistía y amnesia van juntos, pero hay gente que opina distinto y hay que darles la oportunidad de pensar así.
¿Cree que hay riesgo de una polarización en Colombia?
No tengo tanto temor frente a eso. Este país está dividido, sin duda, pero que está polarizado, no lo creo. Además, en las elecciones se tiene una gran gama de opciones y eso es admirable, así es como debe ser, y lo cierto es que al ver los debates se muestra un tono menor, se insultan más en otros países. Cabe decir que Petro no es un populista, y si lo fuera, es de tono menor y sus propuestas son relativamente moderadas. De hecho, los populismos no tienen que ser solo de izquierda. Lo importante es que el viejo sectorismo ya no existe, y el verdadero problema es que sigue siendo un país muy violento, eso preocupa.
Mirando al futuro, ¿cuáles son los principales retos de las instituciones de Colombia?
Uno de los mayores, sin duda, es que el Gobierno debe gobernar en todo el país. Antes, con el conflicto, se hacía solo en la parte esencial, en las grandes ciudades y la economía, pero también hay muchas zonas donde no llegaba. Ahora eso no es factible, y ahí entra en juego la desigualdad en la capacidad del Gobierno, hay que fortalecerlo en ciertos aspectos.
Entre estos está, por ejemplo, la política rural, que no está bien definida y necesita más capacidad administrativa para diseñar una mejor política futura. En el Ministerio de Agricultura no es tan obvio que la capacidad de ese sector es adecuada. Este es un país complejo y por eso también se necesita un enfoque más regional.
¿Cree en la desconexión entre los ciudadanos y el Gobierno?
Yo creo que eso se está exagerando. Yo fui a arreglar mi predial y la gente era muy paciente, los funcionarios trataban de arreglar los problemas. Lo que pasa es que la gente en Colombia es muy exigente, pero no creo que la desconfianza es tan grande. Tomemos un ejemplo de aquí: la policía. En todas partes tiene problemas y es una de las instituciones con más fricción, pero eso no pasa en Colombia, aquí la aprecian y los dos países de la región en los que la policía tiene una aceptación decente son Chile y Colombia.
¿Cómo ve la corrupción?
Esto tiene que ver con el financiamiento de las elecciones y que ese es el principal reto a solucionar. Es un problema difícil y el narcotráfico hace que la corrupción sea violenta.
¿Cómo es su visión de Latinoamérica?
Nunca fui de izquierda y nunca me entusiasmé con los bolivarianos, pero el gran desastre es Venezuela. Rafael Correa era vivible e hizo varias cosas buenas; Evo Morales me parece que ha tenido logros importantes y fue necesario; los chilenos son chilenos, y me parece que Macri ha mejorado la situación; y pues Donald Trump, su lado positivo es que los latinos no miren a Estados Unidos para solucionar sus problemas. México es problemático, tiene mucha corrupción y problema difíciles con los narcos. En Colombia ha habido mucho progreso y los colombianos ya ven las cosas positivas.
¿Qué rol debe jugar Latinoamérica en el mundo?
Nunca América Latina ha sido una región estratégica, y ese es uno de sus problemas pero también una de sus ventajas. Si uno piensa en las dos Guerras Mundiales, Latinoamérica figura de una forma muy menor y alejado. Y es también una región intermedia en términos de igualdad y riqueza; es culturalmente de Occidente con decoraciones. Todo el mundo ambiciona un rol internacional, pero eso en cierto modo es una vanidad y no es malo tener un perfil bajo.
¿Reino Unido ha sido una víctima de esa vanidad?
Los ingleses hemos estado en un largo proceso de ajuste y siempre ha habido gente que dice que el país debería tener una influencia superior. Yo creo que tuvimos cierta importancia en Europa, y por ejemplo desde el aspecto militar, es importante decir que los dos gobiernos de la UE que tienen una fuerza respetable son Reino Unido y Francia.
¿Está de acuerdo con la decisión tomada para el Brexit?
Lo cierto en este tema es que el Brexit es una herida autoinflingida, me hubiera gustado quedar dentro de la Unión Europea y seguir quejándome, y ahora ya no tengo ese derecho. No me gusta porque es complicado para las dos partes.