Alicia Bárcena es desde mediados del 2008 la secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, que depende de las Naciones Unidas.
El organismo, cuyo objetivo es seguirle el pulso a la región en lo que hace a asuntos relacionados con el crecimiento y los temas sociales, ha venido observando la mejora ocurrida recientemente. Sobre esos y otros temas, la funcionaria de origen mexicano habló con PORTAFOLIO en el marco de la Asamblea del BID en Calgary (Canadá).
¿Cuál es su opinión sobre la marcha de esta parte del mundo?
Creo que hay tres velocidades de crecimiento. Por un lado, la del Caribe, que empezó la crisis desde una perspectiva distinta al resto: altamente endeudado, con problemas de cuentas fiscales complicadas y afectado por la baja de turismo y remesas.
Al mismo tiempo, está Centroamérica que también tiene una situación difícil, por el alza en los precios de las materias primas, y que depende mucho de la recuperación de Estados Unidos, al igual que México. Finalmente, está Suramérica, cuyas perspectivas son buenas, en general.
¿Qué ha provocado la mejora de Suramérica?
Tiene mucho que ver la reprimarización de su estructura exportadora en la cual el papel de China ha sido extremadamente importante. Ese país ya es el primer socio de Brasil y Chile, y es cada vez más importante para todos como comprador de materias primas y como vendedor de bienes y servicios.
¿Esa importancia se limita al tema comercial?
No. También China se ha convertido en un inversionista grande para América Latina.
Estamos por anunciar el desempeño de la inversión extranjera directa el año pasado y todo sugiere que fue muy favorable para la región, después de una tremenda caída en el 2009. La recuperación ocurrió fundamentalmente, en áreas de extracción de recursos naturales: de hidrocarburos y minería.
¿Qué le preocupa?
Aunque la región está saliendo de la crisis mejor de lo que se esperaba, tampoco podemos decir que todo está maravilloso.
Dentro de los retos identifico una presión inflacionaria y la apreciación cambiaria. Esta última no está ayudando demasiado a la producción de bienes de exportación y ha favorecido a las importaciones por sobre las exportaciones, lo que hace que la cuenta corriente se empiece a deteriorar. Al mismo tiempo, algunos países han ido perdiendo espacio fiscal.
Entonces este es un panorama mixto, mejor del que se hubiera esperado, pero la región no puede ser complaciente, porque hay aspectos estructurales que no se han resuelto.
¿Concuerda usted con la idea de que viene una década muy buena para América Latina?
Yo creo que sí, pero depende de lo que se haga en varios aspectos: uno, es la inversión que depende del ahorro y que todavía es muy baja.
¿Qué otra cosa?
El segundo tiene que ver con la desigualdad. América Latina aprendió lecciones muy importantes en el pasado y en esta crisis reciente entendió que aquellos países que tuvieron mejores resultados fueron los que garantizaron ingreso a las familias más pobres e incluso hicieron transferencias. En la Cepal decimos que hay que igualar para crecer. Entonces, en la medida en que la gente tenga más ingresos puede convertirse en un motor.
¿Por qué unos países han sido más exitosos que otros en bajar la desigualdad?
En parte tiene que ver con el diseño de la política social. Por ejemplo, que no sea sólo de transferencias condicionadas, que es una buena estrategia pero es un programa pequeño. En realidad los programas más fuertes o más importantes son los bonos universales a los adultos mayores o por hijo nacido, o los programas que le apuntan a un pilar básico solidario: las pensiones o la salud.
¿Qué papel juega el Estado?
Fortalecer el papel del Estado y la gestión pública es clave. La construcción de instituciones es importante en la región y es un tema pendiente. Creo que hay que darle más espacio al sector público para que sea la contraparte del privado y que genere una relación virtuosa entre el Estado, el mercado y la sociedad. Creo que en la región faltan pactos sociales, y convergencia política.
¿Crecer a base de recursos naturales es malo?
No. Nosotros nos apartamos de lo que se llama la ‘Maldición de los Recursos Naturales’. La maldición está en no tener políticas, no en tener recursos naturales. Tenerlos es una bendición. El tema es qué tipo de medidas se pueden poner en marcha para crear fondos o mecanismos que permitan que esas ganancias obtenidas por la extracción de algún recurso puedan ser invertidas en otros nichos productivos.
¿Por ejemplo?
Noruega, Australia, Canadá, Nueva Zelanda, fueron países que lograron instalar políticas de las cuales hay mucho que aprender. También pasaron sus primeros años de desarrollo en la extracción de recursos naturales y poco a poco fueron creando otros espacios, gracias a la inversión de sus ganancias.
¿Qué otra cosa recomiendan?
Creemos que una de las áreas en las que hay que trabajar mucho es en la universalización de la banda ancha. Que el acceso a este servicio sea un bien público, no quiere decir que sea gratuito. Lo que hay que tener claro ahí es el objetivo. Por ejemplo, si quiero integrar cadenas de valor, entonces hay que mejorar la infraestructura para ello.
¿Qué hacer con los desastres naturales?
Hicimos una evaluación al respecto. En el 2010 tuvimos 98 eventos extremos en Latinoamérica y el Caribe que económicamente le costaron a la región cerca de 50 mil millones de dólares, incluyendo los terremotos de Chile y Haití. En este tema de desastres todavía hay mucho que hacer, en materia de riesgos, de adaptación, porque está claro que las vulnerabilidades están, son aspectos que existen y que son recurrentes.
¿Podemos ser optimistas?
En América Latina sólo podemos ser optimistas si somos capaces de transformar la estructura productiva, y eso quiere decir que le demos mucho mayor fortalecimiento a la pequeña y mediana empresa, que es la que finalmente genera el 80 por ciento del empleo. Y que sepamos cómo combinar el capital externo con el ahorro doméstico, con el impulso interno. Es decir, equilibrar con mayor claridad las ventajas comparativas con nuevas ventajas competitivas, que nos permitan lograr una mayor integración de los actores productivos y generar empleo formal, con el componente novedoso en la región de la sostenibilidad ambiental.
¿Cómo se ve Colombia dentro de este panorama?
Tenemos una gran expectativa sobre Colombia. Creo que la llegada del presidente Santos ha marcado un antes y un después en muchos sentidos: en su ánimo de integración regional o en su política exterior. Es un país con enormes potencialidades y rico en recursos naturales.
El gran tema pendiente de Colombia es el desempleo y la formalización del empleo, pues es uno de los países que registra la mayor tasa de desocupación.
Al mismo tiempo, hay confianza de los inversionistas y la seguridad ha sido un tema que se ha ido resolviendo de manera muy efectiva. Santos planteó las locomotoras del crecimiento y va caminando por una senda que está brindando más confianza a las instituciones y organizaciones.
RICARDO ÁVILA PINTO
Director de PORTAFOLIO