Lejos de las cámaras de los medios, lidiando con los escombros radiactivos de una planta de energía nuclear, un anónimo batallón de trabajadores realiza la labor más peligrosa de Japón, o quizá del mundo. Alrededor de 300 personas lidian con la planta de Tokyo Electric Power arrasada por el terremoto, portando máscaras, anteojos y trajes protectores forrados con fuertes cintas adhesivas para evitar a las partículas radioactivas. Todos luchan contra el tiempo para restaurar el suministro de energía y enfriar los sistemas de seis reactores en Fukushima, en un intento por evitar la peor catástrofe nuclear desde el accidente de Chernóbil en 1986. Impactados por explosiones e incendios, los reactores en la planta situada a 240 kilómetros de Tokio se están filtrando, y funcionarios no pueden confirmar si las aguas para enfriarlos se mantienen en las piscinas que contienen a las placas de combustible usado. De no ser así, podrían quemarse y liberar radiación tóxica. La agencia de seguridad y funcionarios de la compañía no han dado detalles sobre los trabajadores ni han explicado la labor específica que están realizando. Ningún funcionario ha aclarado si los trabajadores desarrollan su labor de forma voluntaria o bajo una orden. Es su trabajo. Creo que lo están haciendo por voluntad propia, dijo Masato Furusawa, un trabajador de la construcción de 47 años y residente en Tokio. Ellos no necesitan ser convencidos, es algo que tienen que hacer, agregó. Ello refleja la costumbre japonesa de seguir sin cuestionamientos la orden de un líder, jefe o empleador. Ya sea un guerrero del siglo XVII en servicio, un caudillo local o un ingeniero de turbinas del siglo XXI, los japoneses son criados con un fuerte sentido de lealtad y deber. Es un espíritu que ha hecho que algunos japoneses hagan comparaciones entre los trabajadores que intentan enfriar los reactores y los tokkoutai de la Segunda Guerra Mundial, las fuerzas militares especiales que incluían a los pilotos kamikaze. Además de sus trajes protectores, Tokyo Electric está limitando el nivel de radiación al cual los trabajadores son expuestos. La dosis promedio para un empleado de planta nuclear es 50 milisieverts en cinco años. La compañía dijo ayer que había elevado el límite a 100 milisieverts por una hora por trabajador y a un máximo total de 250 milisieverts por año. INCERTIDUMBRE Pese al esfuerzo de estas personas, de las cuales no se saben muy bien el grado de radiación al que están siendo sometidos, el primer ministro japonés, Naoto Kan, reconoció que la situación es grave y no permite todavía ser optimistas. De hecho, la Agencia de Seguridad Nuclear de Japón elevó la gravedad del accidente del nivel 4 al 5 en la Escala Internacional Nuclear y de Sucesos Radiológicos (Ines) de entre 0 y 7. El aumento al nivel 5 se refiere a los accidentes nucleares con consecuencias de mayor alcance, mientras el grado 4, en el que lo mantenían hasta ahora, definía a los accidentes con consecuencias de alcance local. La radiactividad en torno a la central nuclear, operativa desde 1971, llevó al Gobierno nipón a evacuar casi 230.000 personas en un radio de 20 kilómetros y recomendar a aquellas que se encuentran entre 20 y 30 kilómetros de la planta que permanezcan en sus casas con puertas y ventanas cerradas. - Voz de aliento del Primer Ministro El primer ministro de Japón, Naoto Kan, se mostró ayer convencido de que el país será capaz de emerger de la crisis tras el terremoto que azotó el noreste de Japón hace una semana. Reconstruiremos Japón de nuevo, aseguró Kan, que reconoció que la crisis nuclear de la planta de Fukushima es grave, pero se mostró esperanzado en que los problemas se resuelvan pronto. En su discurso televisado en directo desde Tokio también hizo un llamamiento a la unidad de los japoneses e incidió en que no hay espacio para el desaliento en esta crisis. Además, agradeció a la población la calma que ha mantenido durante una semana. - ¿Cuál es el estado de los reactores? Cuatro reactores de la central de Fukushima 1 resultaron dañados gravemente al detenerse su sistema de enfriamiento. * Reactor 1: El núcleo está fundido parcialmente. Para bajar la presión en el recinto de confinamiento del reactor, el operador de Tokyo Electric Power (Tepco) liberó el sábado una descarga de hidrógeno en la atmósfera que causó una explosión. El techo del edificio se derrumbó, pero el recinto del reactor podría estar intacto. El 70 por ciento del reactor estaría dañado. * Reactor 2: El núcleo está fundido parcialmente. En la madrugada del martes se produjo una explosión en el recinto del reactor. Una piscina de retención situada en el interior del recinto está dañada. La amplitud del percance, incluso en lo que hace al sistema de aislamiento del recinto de confinamiento, sigue siendo incierta. El 33 por ciento del corazón del reactor estaría dañado. * Reactor 3: Fusión parcial del núcleo. Para bajar la presión en el recinto de confinamiento, el operador Tepco liberó hidrógeno. Como para el reactor 1 esta operación provocó una acumulación de hidrógeno que el lunes terminó con una explosión. El techo y algunas paredes del edificio exterior fueron arrancados por la explosión. El recinto de confinamiento y el corazón del reactor resultaron dañados. Las pileta en donde se pone el combustible usado se recalentó de manera excesiva. El Ejército continuó echando agua al reactor este viernes para evitar que las barras de combustible de la pileta entren en fusión. Los helicópteros que habían largado agua el jueves no despegaron este viernes. * Reactor 4: Se produjo el martes una explosión en este reactor, que estaba detenido para operaciones de mantenimiento en el momento del terremoto. Un incendio se declaró en la piscina de almacenamiento del combustible usado; el ejército estadounidense extinguió las llamas. Una parte del combustible ya no está cubierta y las autoridades intentan ponerla bajo agua para prevenir escapes. * Reactores 5 y 6: Ambos estaban parados por mantenimiento en el momento del sismo. helgon
Finanzas
19 mar 2011 - 5:00 a. m.
Dos retos no dejan dormir a Japón
A una semana de haber ocurrido el terremoto de 9 grados en la escala de Ritcher y del tsunami que golpeó especialmente el norte de Japón, el Gobierno de la isla nipona enfrenta dos grandes retos: controlar los problemas con la central nuclear de Fukushima y comenzar a organizar a los damnificados de la tragedia.
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