No hay duda de que las energías inagotables, más conocidas como renovables, son la base de la generación energética futura en todo el mundo, pues las reservas de petróleo tienen alta posibilidad de disminuir, y aunque su origen también está en la naturaleza, son imposibles de recuperar cuando se han agotado, como ocurre con el agua.
Es tal la realidad del tema, que se asegura que la energía eólica pronto superará a la nuclear, gracias al impulso que la Unión Europea y los Estados Unidos le han dado a esta tecnología, tanto en investigación como en desarrollo.
Su aplicación y avance no es ajeno a Colombia y su ola de progreso científico e industrial y de revolucionarias tecnologías dirigidas a su obtención han hecho que operadores y generadores del país incursionen en la materia, más ahora que la industria energética nacional se perfila como una de las más promisorias de Latinoamérica.
Ante esto, resulta fácil entender que el presidente Juan Manuel Santos, en días pasados, se refiriera al tema en un evento público, cuando expresó que “Colombia tiene energía de todo tipo. Hemos descubierto y estamos descubriendo cada vez más petróleo. Tenemos muchísimo carbón, somos el segundo exportador del mundo. Y no cualquier carbón, un carbón limpio, un carbón metalúrgico, que cada vez está más escaso en el mundo.
“El vicepresidente de Panamá, Juan Carlos Varela, vino con su Ministro de Energía a cerrar un negocio con Colombia, que estábamos buscando hace muchísimo tiempo: conectar al país con Panamá y de ahí para el norte, todo Centroamérica. Proveer energía, energía limpia, energía hidráulica a todo Centroamérica y a México”, enfatizó Santos.
En la misma oportunidad, se refirió a La Guajira, anotando que el viento en esta región es ideal para la energía eólica y que se está trabajando en ello.
Colombia, en el camino
Como lo explican expertos de Shell, en el contexto colombiano, el país está favorecido por sus fuentes y recursos; al mismo tiempo, se han construido las bases y estructura regulatoria para que el sector, por ejemplo el de biocombustibles, crezca.
A lo que añaden que es muy alentador ver que Colombia está dando pasos en el desarrollo de energía renovable y, mientras no se pueda hablar de temporalidad de ninguno de ellos, ciertamente, ese tiempo contribuirá a tener una mezcla diversificada de energía para el país.
Para los analistas es claro que el despliegue de las nuevas tecnologías se hará más amplio, en la medida que estas se tornen más económicas y exista un marco normativo que las promueva; similar a lo sucedido con los biocombustibles, que ya son una parte de esa ‘mezcla energética’ del país.
Los expertos de esta compañía, de origen angloholandés, con más de 100 años de historia, sostienen que los retos frente a las nuevas formas energéticas amigables con el medio ambiente son muchos, pero que se basan primordialmente en cerrar la brecha potencial en la oferta de energía y el balance de la demanda, a través de lo cual, indican que, a nivel mundial, este proceso tendrá una demora de más o menos 30 años, para que las nuevas fuentes energéticas alcancen el uno por ciento de participación en el mercado.
Por ello, indican que el trabajo en equipo entre los reguladores, los ciudadanos y las empresas se vuelve crucial, en la medida que las fuentes alternativas de combustibles y su participación aumenten, y esa alianza debe extenderse a un plan que mitigue el impacto ambiental a largo plazo, el cual se genera por el crecimiento descontrolado de la demanda de energía.
Aprender haciendo
Precisamente, las Empresas Públicas de Medellín (EPM), pensando en el futuro de la industria, desde el área de Planeación y Generación de Energía, en 1998 empezaron a vislumbrar un espacio para el estudio, seguimiento y análisis de los mercados internacionales para estar en contacto con las tecnologías innovadoras y los avances del mundo, en aspectos tan importantes como la búsqueda de nuevas fuentes de energía.
De esta inquietud por el futuro del sector nació el Parque Eólico Piloto Jepirachi, en la Alta Guajira, un proyecto experimental de la compañía que hace parte del ‘Programa General de Investigaciones, Proyectos y Actividades para el Desarrollo de la Energía Eólica en Colombia’, conjuntamente con investigaciones sobre el viento y actividades asociadas a un Marco Regulatorio. Cabe anotar que el programa inició en el 2002, pero entró en operación en el 2004, aproximadamente.
Luis Fernando Rodríguez Arbeláez, coordinador del programa de energía eólica y especialista en el área de Planeación Generación de Energía de EPM, dice que “el objetivo del parque, desde el principio no era solo investigar, diseñar o desarrollar, sino también operar, hacer el monitoreo y la evaluación del desempeño. Además, Jepirachi no fue considerado como un proyecto convencional de generación y comercialización de electricidad con fines comerciales, sino una inversión en investigación y desarrollo”.
Para hacer posible el proyecto, se buscó apoyo internacional y recibieron eco en la agencia de Cooperación Técnica Alemana (GTZ), donde les prestaron asistencia y acompañamiento en los estudios de factibilidad y para hacer mediciones y evaluación del potencial que, tras el diagnóstico primario, daba señales de ser un programa atractivo, pese a la incertidumbre de sus resultados.
Igualmente, recibieron el aval de Colciencias y posteriormente, un grupo de universidades como la Nacional, la EAFIT, de Antioquia, y Los Andes se fueron interesando en el Parque, desplegando otras investigaciones, unas 20 en promedio, para suplir las necesidades que el mismo proyecto generaba en temas de mantenimiento, reemplazo de piezas, que por el calor y el salitre de la zona se deterioraban; y, en fin, en la resolución de los problemas que se iban originando en el mismo crecimiento de la idea.
“Hoy, el proyecto ha llegado a registrar factores de capacidad o rendimiento de hasta el 38 por ciento, equivalentes a una generación anual de las máquinas de 65.000 megavatios hora al año, pero la realidad es que hemos tenido años hasta del 30 por ciento, por debajo de lo esperado, con pérdidas operativas que no alcanzan a ser cubiertas por los beneficios tributarios otorgados por Colciencias.
“Sin embargo, Jepirachi nos ha dejado grandes enseñanzas y experiencias, y aunque los ingresos no compensan los costos de inversión, operación y mantenimiento, el pago está en el conocimiento y las posibilidades a futuro, para que el programa se expanda y se amplíe cuando esta tecnología llegue a ser competitiva en nuestro medio”, enfatiza Rodríguez.
Tecnoparque, autosostenible
En Emgesa lo que es expansión e innovación nace desde la educación, por ello, en noviembre del año pasado, la compañía inauguró el primer campus académico bioclimático del sur del país, en el departamento del Huila.
El centro cuenta con un ambiente integrador autosostenible, alimentado totalmente con energía solar fotovoltaica, con características bioclimáticas para disminuir la demanda energética en su interior y aprovechar las condiciones de radiación solar existentes en la zona.
Su objetivo primordial es que los jóvenes se acerquen al campus para conocer del sector y sus avances.
Allí, de manera interactiva, aprenden sobre energía, sus orígenes, las formas de transmisión y distribución, mediante modelos de generación alternativa, como la solar, eólica e hidráulica; así se promueve el desarrollo de ideas productivas e innovadoras, y se fortalecen conceptos sobre el nuevo conocimiento.