La paz con las Farc no solo ha cambiado la manera como los habitantes de antiguas zonas de conflicto y de influencia de esta exguerrilla ven sus entornos, sino también la forma como perciben al país, según un estudio del Observatorio de la Democracia de la Universidad de los Andes.
Lo interesante del estudio, que se basó en entrevistas cara a cara con 1.391 personas, es que compara los resultados del 2015, el último año del conflicto armado con las Farc, y del 2017, es decir cuando ya había transcurrido un año de la implementación de los acuerdos de paz.
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Y uno de los datos más reveladores es que mientras en el 2015 el 28,1 por ciento de los habitantes de zonas de conflicto veía la violencia como el problema más grande de Colombia, en el 2017 esa cifra bajó al 14,3 por ciento.
Pero, además, en el orden de preocupaciones de los habitantes rurales, la violencia y el conflicto armado fueron reemplazados por la inquietud que les produce la falta de infraestructura. Al ser preguntados por el mayor problema de su barrio o vereda, el 17,9 por ciento mencionó el mal estado de los caminos y vías, y el 9,6 por ciento, el desempleo.
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La investigación fue hecha en las regiones Macarena–Caguán, andén Pacífico, bajo Cauca y la cordillera Central y, en concreto, en lugares mayoritariamente rurales, con bajos niveles de escolaridad, en los que la mitad de los hogares vive con menos del salario mínimo y donde “los niveles de victimización son altos”, explica Miguel García, codirector del Observatorio de la Democracia de los Andes.
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Otro cambio significativo entre los habitantes de antiguas zonas de guerra tiene ver con el aumento en el porcentaje de quienes opinan que la Policía o los militares mantienen la seguridad de su región. En el 2017 así lo percibía el 53,4 por ciento, mientras que en el 2015 era el 42,6 por ciento.
Los militares mantienen la seguridad de su región. En el 2017 así lo percibía el 53,4 por ciento, mientras que en el 2015 era el 42,6 por ciento.
Al tiempo, el porcentaje de quienes consideran que la guerrilla es la que mantiene la seguridad disminuyó del 16,2 por ciento al 4,7 por ciento.
Pero por otro lado, 7 de cada 10 habitantes de la Colombia rural confía poco o nada en que el sistema de justicia castigue a los culpables de delitos.
Y la preocupación por la corrupción casi se duplicó. En el 2015 esto inquietaba al 5,8 por ciento de los entrevistados, mientras que en el 2017 había subido a 10,2 por ciento.
DISPUESTOS A RECONCILIARSE
Según el estudio de los Andes, otro de los indicadores que muestran que el país rural está pasando la página de la guerra es su disposición a reconciliarse, superior a la que se registra a nivel nacional. El 67 por ciento se muestra dispuesto a perdonar y reconciliarse con las Farc, mientras que a nivel nacional es el 55 por ciento.
En los dos últimos años, en las zonas afectadas por la guerra se ha incrementado la confianza en la exguerrilla hasta el punto de que se ha triplicado el nivel de cordialidad con los excombatientes. Según la comparación de los investigadores, en el 2015 era de 3,8 y en el 2017 subió al 12,8 por ciento.
Sin embargo, señala Miguel García, los niveles de confianza siguen siendo bajos. Solo 3 de cada 10 personas entrevistadas consideran que la Farc está cumpliendo los acuerdos. Al evaluar el Gobierno, la cifra tampoco es alta: 4 de cada 10 piensan que está cumpliendo.
Finalmente, el estudio ‘Colombia rural: posconflicto’ prevé que la implementación de los acuerdos de paz aumentará la participación de la población rural en organizaciones sociales que canalicen sus demandas.
Entre el 2015 y el 2017, la participación en juntas de acción comunales, organizaciones de mujeres e iglesias cristianas ha aumentado, en promedio, en 14 por ciento.
‘LOS ACUERDOS SUBIERON LAS EXPECTATIVAS DE LA GENTE'
Tres preguntas a Miguel García, codirector Observatorio de Democracia de los Andes.
¿El cambio en la percepción sobre la violencia se corresponde con la realidad?
La desmovilización de un actor tan poderoso como las Farc disminuyó el nivel de violencia en las zonas que estaban bajo su control y la reducción del número de víctimas y de acciones militares es palpable. La firma de los acuerdos de paz y la desmovilización efectiva de esa guerrilla tienen un impacto directo sobre la percepción de los colombianos del campo.
¿Y por qué disminuyó la satisfacción respecto a los servicios públicos?
El acuerdo de paz generó un aumento de las expectativas. Se le prometió a la ciudadanía que el Estado iba a llegar a todo el territorio. El problema es que esas expectativas se generaron más rápido que la capacidad del Estado para responder. El reto es que esas comunidades no se queden con los crespos hechos, la gente espera que durante el posconflicto se hagan las inversiones que en mucho tiempo no se hicieron.
¿Las expectativas de los habitantes en las zonas rurales están vinculadas al cumplimiento de los acuerdos?
La gente está viendo el acuerdo en términos muy concretos y se pregunta: ‘¿qué va a ser diferente en mi vida cotidiana con la firma de la paz?’. En efecto, el contexto va a ser muy diferente en términos de seguridad, pero también respecto de aquellos temas en los que el acuerdo se metió. El tema rural fue muy importante en las negociaciones y en las comunidades rurales las expectativas sobre la implementación son muy altas.
REDACCIÓN PAZ