Todos los mercados alcistas mueren. La pregunta es si el auge del Presidente Donald Trump será víctima de una muerte prematura.
No debió sorprendernos la pronunciada venta de acciones el martes, la cual representó la mayor caída diaria que hemos visto desde octubre. Las valoraciones de los títulos estadounidenses han aumentado 10% desde que Trump ganó la elección presidencial, sin embargo no hay mucho procedente de Washington que realmente lo amerite.
Lea: (Reforma fiscal de Trump liberaría miles de millones a las petroleras).
Trump no tiene muchas posibilidades de pasar un gran recorte tributario este año y mucho menos su proyecto de ley de infraestructura. Y, sin este estímulo, será difícil mantener ese repunte.
La primera prueba seria tuvo lugar el jueves pasado cuando el Congreso votó sobre el proyecto de ley de Trump para repeler a Obamacare, una votación que, en primer lugar se tuvo que posponer por la falta de consenso entre los mismos republicanos. Aun si la Cámara de Representantes pasa el proyecto, sus perspectivas son poco prometedoras en el Senado. Este proyecto es un lío desordenado que depende solamente de la lealtad partidista de los republicanos para sobrevivir.
Lea: (El bilateralismo comercial global de Trump es insensato).
Pase lo que pase con el ‘Trumpcare’, los mercados están comenzando a entender que, por el momento, no va a suceder nada importante. Ya que no tiene nominados para ocupar sus departamentos, Trump difícilmente podrá forjar los acuerdos necesarios para implementar una reforma tributaria única en una generación.
Washington, por diseño, siempre ha sido un gran reto para los reformadores ambiciosos. Aún los mejores intentos han sido abatidos en las batallas territoriales del Capitolio. Para sobrevivir, requieren coherencia, coaliciones y un alto índice de popularidad presidencial. Y a Trump le faltan los tres. La característica más sorprendente de su presidencia es su indecisión. Al no contar con un equipo completo, no ha podido formular un plan para implementar una reforma tributaria. Sus asesores no han podido llegar a un acuerdo sobre si se debe imponer un “impuesto fronterizo”, sobre cómo financiar la nueva infraestructura y sobre si la reforma debe incluir recortes tributarios personales además de recortes de impuestos corporativos.
Nadie sabía exactamente lo que iba a hacer Trump una vez que asumiera su cargo. Sin embargo, los mercados, al igual que sus partidarios, asumieron que al menos sabría como protagonizar el papel de presidente.
Esa confianza está cayendo. Los términos presidenciales pueden desarrollarse de tres maneras. Algunos comienzan exitosamente, como cuando Ronald Reagan implementó su primer gran recorte tributario en 1981.
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Lo mismo se aplica a Barack Obama, quien para este momento de su término ya había pasado el mayor programa de estímulo económico en la historia de EE. UU. Una victoria inicial puede darle ímpetu a una presidencia joven.
Los términos presidenciales pueden comenzar de manera vacilante, como Bill Clinton en 1993, quien pasó una gran reforma presupuestaria pero quien falló con respecto al cuidado de la salud. O pueden fallar de inmediato, como lo hizo George W Bush en su segundo término en 2005. Su fracaso con respecto a la seguridad social puso fin a cualquier opción legislativa.
El mercado ha colocado a Trump en el campo de Reagan. En realidad se encuentra entre el segundo y el tercer tipo de comienzos presidenciales. Su próximo momento de verdad después del cuidado de la salud será cuando se presenten las cifras de crecimiento del primer trimestre en EE.UU. a principios de abril. La Reserva Federal de Atlanta ha rebajado su pronóstico a menos de 1%. Con esto, aunque Trump no es responsable, ha tomado responsabilidad por cifras sobre las cuales no ha tenido influencia, como el crecimiento del empleo. También se ha regodeado en el auge de la bolsa de valores. Por lo tanto, sería difícil explicar un cambio negativo.
Fuera de una revelación con respecto a la reforma tributaria, Trump puede alimentar los espíritus animales a través de una agresiva desregulación. El sector energético probablemente recibirá un impulso debido a sus planes para eliminar los controles medioambientales establecidos bajo Barack Obama.
Wall Street también puede beneficiarse del relajamiento de las restricciones para otorgar préstamos. Estas medidas podrían impulsar el crecimiento a los principales márgenes de la economía. Contra eso, sin embargo, está el efecto de las restricciones de visado. El turismo corresponde a casi un 10% de la economía de Estados Unidos, mientras que las reservaciones de vuelos y estancia están cayendo.
La educación superior también es un importante generador de ingresos. 40% de las universidades estadounidenses han reportado un descenso en las solicitudes de admisión de estudiantes. En cambio, en Canadá las solicitudes de admisión han incrementado.
En realidad, las restricciones de visado de Trump son bastante limitadas. Él ha restringido temporalmente la emisión de visas a ciudadanos de seis países de mayoría musulmana y su orden posiblemente no sobrevivirá los desafíos legales.
Pero la percepción es realidad. Los extranjeros creen que se les ha señalado que no son bienvenidos en EE. UU. Es una política que ha difundido con demasiado éxito. Una lástima que sea tan desalentadora para el crecimiento.
Internacional
25 mar 2017 - 12:15 p. m.
Las verdaderas consecuencias de la Trumpeconomía en Estados Unidos y el mundo
Washington desacelerará o eliminará las medidas que podrían impulsar el crecimiento del país norteamericano.
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