La primera regla cuando uno está en deuda es seguir hablando con los acreedores. Esto parece estarle funcionando a Venezuela, ya que sus principales prestamistas le están dando el beneficio de la duda. Rusia acaba de confirmar los nuevos términos de un préstamo existente de 3.150 millones de dólares, una señal importante de que todavía tiene patrocinadores soberanos.
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Pero no son solo los amigos de Venezuela quienes están confirmando su fe. Los difíciles y duros mercados de bonos occidentales tampoco están entrando en pánico. Simplemente, se juegan demasiado. Cerca de 150.000 millones de dólares, para ser más exactos.
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Empujar al país al límite ahora no ayudará a los tenedores de bonos a recuperar su dinero. Los organismos de control de los mercados emergentes de bonos y derivados de crédito están ciertamente posponiendo tomar decisiones al respecto.
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La Asociación Internacional de Swaps y Derivados (Isda, por sus siglas en inglés) decidirá este jueves, en teoría, si el hecho de que la compañía petrolera estatal, PDVSA, no pueda realizar sus pagos de cupones constituye un evento de crédito y, por lo tanto, un incumplimiento.
El grupo ya ha pospuesto esta decisión al menos una vez. Si Isda decide que ha ocurrido un evento de crédito, los tenedores de los swaps de incumplimiento de crédito tendrían que recibir un pago completo. Esto en sí mismo no necesariamente es una calamidad. El monto teórico pendiente de pago del seguro de crédito de PDVSA por 250 millones de dólares no es nada comparado con los 30.000 millones de dólares de bonos en circulación. No necesariamente significa que se vaya a producir a su vez un incumplimiento del pago de la deuda soberana. Pero, como el mundo aprendió en 2008, un incumplimiento puede provocar una serie de problemas inesperados.
Como ya ha señalado Gadfly, la complejidad del universo de la deuda venezolana es una maraña de enredos ocultos. Dado que PDVSA ha pagado el capital de 1.120 millones de dólares de su bono con vencimiento el 2 de noviembre, tal vez tenga sentido que los acreedores sean pacientes.
El Ministerio de Economía y Finanzas venezolano ha comunicado en Twitter que los 200 millones de dólares en cupones adeudados en dos de sus bonos están en proceso de pago. Esto supone un cierto progreso al menos. De manera similar, la Asociación de Operadores de Mercados Emergentes (Emta, por sus siglas en inglés) ha considerado que, por ahora, las operaciones que involucran deuda pública venezolana deben incluir intereses devengados.
Normalmente, si las agencias de calificación crediticia han colocado a una empresa o un estado soberano en situación de incumplimiento, las operaciones con bonos serían solo por el capital. La decisión de la Emta sugiere que sus miembros prefieren operar bajo la expectativa, o la ilusión, de que el país realizará sus pagos de cupones.
Aunque Venezuela no ha pagado a los acreedores unos 650 millones de dólares en ingresos de intereses de un grupo de bonos, según Stuart Culverhouse de Exotix Partners, los inversores no se están uniendo para exigir el pago inmediato de ninguno de estos. Esto equivaldría a un pago acelerado y empujaría a los agentes fiduciarios de un valor a declarar que el bono está en situación de incumplimiento.
Aquí es donde el tema se vuelve preocupante. La mayor parte de los valores en los que no se ha realizado el pago de cupones probablemente tengan lo que se conoce como cláusulas de incumplimiento cruzado, donde un incumplimiento en un bono provoca un incumplimiento en otros valores del emisor.
Sin embargo, la documentación y la estructura de los préstamos de Venezuela son tan complicadas que es extremadamente difícil saber las condiciones de los diferentes bonos. Cada uno es un campo de minas a su manera. Y de todos modos, incluso si hubiera un bono afortunado sin cláusula de incumplimiento cruzado, una declaración de incumplimiento de pagos crearía tal cambio en el sentimiento que todos los inversores probablemente capitularían y saldrían corriendo de todos modos. Sea lo que sea, es hora de jugar a la paciencia.
Tiene sentido que los inversores se mantengan alejados de este juego de contagio, especialmente cuando el prestatario está haciendo señales para tranquilizar a los interesados y estos aún tienen la posibilidad de recuperar al menos parte de su dinero. La sombra de Lehman Brothers se cierne sobre Venezuela.