Aunque fue una iniciativa no reconocida legítimamente por el gobierno español, el referendo adelantado en Cataluña el pasado domingo es una señal de la seria intención de sus habitantes de buscar un camino separado de España. De concretarse en el largo plazo, pues falta un largo proceso para que pueda darse definitivamente, las implicaciones económicas para el reino español serían difíciles.
(Lea: Preocupaciones por Cataluña golpean al euro y el dólar sube)
Portafolio.co habló con dos internacionalistas, conocedores del contexto histórico, político y económico en el que se ha desarrollado la relación España – Cataluña, para entender los que han sido los puntos de inflexión en esta historia.
(Lea: Gobierno catalán afirma que el “Sí” a la independencia ganó con el 90% de los votos)
Desde el contexto histórico, como lo señala Andrés Barreto González, abogado internacionalista y Of Counsel en Moncada Abogados, hay que recordar que “Cataluña ha sido ducado, reino, e incluso tuvo una conformación de países catalanes desde la misma Cataluña hasta casi el mediterráneo italiano, lo que ha generado la idea de una historia e identidad propia y común.
Factores como la “invasión” española a sus tierras, el control a las revueltas, declaraciones, independencias e incluso la proclamación de una República Catalana en el pasado, y la Guerra Civil, marcaron fuertemente la memoria colectiva catalana, así como lo hizo la dictadura franquista, que fue severamente represiva y agresiva con su lengua, sus costumbres y su identidad como pueblo. Cataluña recuperó el uso de su lengua, su identidad, y tal vez fue la más avanzada en materia económica y política al lograr un Estatuto amplio, lo que le permitió la creación de una arquitectura institucional y legal propia”.
Joan Adrián Salcedo, docente en el Politécnico Grancolombiano, explica que “Cataluña y Bilbao han sido las dos regiones más juiciosas para soportar la crisis que se ha vivido desde principios de siglo en España. Esto implica que el desarrollo empresarial de la región ha tenido una importancia significativa en la economía de toda España, por que Cataluña ha soportado la recesión económica española, recaudando impuestos, creando empleo y desarrollando empresa, pero el resto de España no. Entonces lo que exigen los catalanes es que esos recursos no se vayan a la distribución general española, cosa que afectaría en gran medida el crecimiento económico del país”.
Dicha exigencia se deriva de una retribución tributaria menor al 30%, es decir que de cada 10 pesos que aporta al fisco Cataluña, a esta región vuelven como parte de las políticas de desarrollo solo tres o cuatro pesos, por lo que toma fuerza la idea de que en estado de independencia de la nación española, esos recursos retornarían completos al presupuesto y al desarrollo de los catalanes, indica Salcedo.
En el aspecto económico, Barreto destaca que ‘La Generalitat’ reúne a las cuatro grandes provincias (Barcelona, Tarragona, Girona y Lérida) y posee un importante peso económico en el producto interno bruto español. “Es la primera economía del Reino, es la región geográfica más grande, es la segunda en población en España, y en el marco europeo seguramente sería un país muy viable en el mediano, pero no se sabe que tanto en el largo plazo”, asegura.
Agrega Barreto que “el Estatuto Autónomo de Cataluña fue amplio en el sentido de que su peso económico, poblacional y político en España le logró un papel protagónico en España; sin embargo, el mismo Estatuto reinstauró esa idea de la autonomía y la independencia, tanto así que Cataluña siempre se ha considerado un país aparte”.
Joan Salcedo también destaca que mientras España acoge a “todo el mundo”, latinos, africanos, y a otros europeos, Cataluña ya calculó el límite sostenible para esa inmigración. “Los bilbaínos y los catalanes ya lo han calculado, y se dieron cuenta que esa distribución de la riqueza iba a ser muy inequitativa para su región”, asegura.
Lo que hubo este fin de semana fue una manifestación autónoma de la región, pero no es legítima para la constitución de la nación. Sigue un proceso de consensos, de acuerdos y reconocimientos mutuos que tomará bastante tiempo en tratar de darle la razón a la nación, España, o a la región, Cataluña, indica el profesor Salcedo, quien a su vez advierte efectos como la desconfianza de los inversionistas extranjeros en ambos actores, al no tener claramente definido y delimitado el problema.
Por su parte, para Andrés Barreto, “nadie riñe con los derechos de los pueblos y su libertad, pero un proyecto nacional no puede derivar de una deuda histórica de rivalidad, o basarse en un proyecto aislacionista o xenófobo en contra de una lengua, una raza, un reino o unas costumbres. Debería ser concertado y lograr cada vez más autonomía dentro del marco constitucional y legal como se venía logrando hasta ahora”.