En los últimos meses han aumentado las preocupaciones sobre la posibilidad de que el actual ciclo de expansión económica de EE.UU- pudiera estar llegando a su fin. Lo anterior ratifica nuestra advertencia de que la economía estadounidense podría entrar en recesión en los próximos dos años, según lo hemos explicado desde hace varios meses.
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Esta eventual situación implicaría un cambio de rumbo de la economía global, con impactos significativos sobre países emergentes tales como Colombia, que apenas lleva un año en proceso de recuperación gradual y que enfrenta retos importantes, especialmente en el frente fiscal.
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En particular, uno de los indicadores que está generando mayor inquietud es la pendiente de la curva de los bonos del Tesoro de EE.UU., que mide la diferencia entre los rendimientos de los títulos con plazos a 10 y 2 años. Dicha pendiente se ubica actualmente en su nivel más bajo desde mediados de 2007 (Gráfico 1) y preocupa la posibilidad de que se invierta en el corto plazo, un hecho que históricamente ha precedido las recesiones en EE.UU.
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En este editorial explicamos por qué es preocupante la inversión de la curva y analizamos los factores coyunturales que, según algunos miembros de la Fed, podrían estar explicando su aplanamiento, y que esta vez, no conducirían a una inminente recesión.
Curva invertida vs recesión: ¿relación causa-efecto?
En el último año y medio la curva de los Bonos del Tesoro ha registrado un aplanamiento significativo, lo cual también se ha reflejado en un aumento de la probabilidad de recesión dentro de 12 meses, según el modelo de la Fed de Nueva York.
La normalización de la política monetaria por parte de la Fed y el reciente aumento de la expectativa de un ajuste más rápido en los próximos 2 años, según la mediana de pronósticos de los miembros del Comité de Política Monetaria (FOMC), han generado presiones al alza en la parte corta de la curva, elevando los rendimientos de los títulos de 2 años.
La expectativa de que la Fed seguirá aumentando la tasa de interés hasta llevarla a niveles superiores a 2,875% (nivel neutral estimado) en 2020, también ha disminuido la prima de riesgo por plazo, reflejándose en un menor spread entre los rendimientos de corto y largo plazo, y aumentando la expectativa de que la pendiente se vuelva negativa.
Cuando la curva se aplana excesivamente, o se invierte, lo que está reflejando es una mayor preocupación sobre el desempeño futuro de la economía y una mayor probabilidad de que se ralentice.
En efecto, si los inversionistas anticipan una recesión económica en el mediano plazo, su expectativa será que la Fed tendrá que reducir su tasa de interés objetivo para reactivar la economía, lo que a su vez reduce la prima de riesgo por plazo. Esta expectativa aumenta el potencial de valorización de los bonos de largo plazo, y se refleja en una reducción de sus tasas de interés de negociación o tasas de rendimiento.
A lo anterior se suma el hecho de que el ciclo económico actual en EE.UU. es el segundo más prolongado en su historia, lo que significa que la probabilidad de una recesión aumenta con el tiempo, sin mencionar que esta última podría ser aún mayor ante el deterioro de las perspectivas fiscales y el mayor proteccionismo comercial de la administración del presidente Trump.
Curiosamente, la mayor probabilidad de una recesión económica en el mediano plazo, también ha llevado a la Fed a anticipar una continua senda de incrementos de su tasa de interés objetivo, posiblemente a un ritmo más veloz, para llegar a un nivel neutral que dé espacio de estimular la economía cuando lo necesite.
Un aplanamiento excesivo o una inversión de la curva también puede afectar negativamente la actividad económica a través del canal financiero. Por un lado, dado que los bancos pagan tasas de interés de corto plazo sobre los depósitos que captan y reciben tasas de largo plazo sobre los créditos que otorgan, una curva invertida tiene el potencial de reducir la oferta de préstamos bancarios, lo cual frena el gasto y la inversión privada, y debilita las condiciones crediticias del país.
¿Esta vez es diferente?
De acuerdo con las minutas de la Fed, algunos miembros del FOMC tienen dudas de que la inversión de la curva esté anticipando una recesión, argumentando que la relación entre su pendiente y el ciclo económico puede haber cambiado.
En particular, este grupo considera que las condiciones económicas actuales pueden estar reflejando la excesiva liquidez mundial de la última década, que distorsionó las expectativas de inflación y redujo las primas de riesgo por plazo a niveles inusualmente bajos, lo que a su vez ha mantenido deprimidas las tasas de interés de largo plazo.
Sin embargo, la Fed ha retirado un poco menos de US$200 mil millones de liquidez en los últimos 9 meses, mientras que el Banco Central Europeo y el de Japón todavía no han culminado sus programas de inyección de liquidez, y sus tasas de interés de referencia continúan en mínimos históricos.
Es posible que estos factores reduzcan parcialmente la preocupación asociada a un aplanamiento importante de la curva de rendimientos como el actual, pero si la curva llegara a invertirse, no vemos por qué la situación sería distinta al pasado por las razones que expusimos arriba.
De esta forma, seguimos viendo una probabilidad no despreciable de que EE.UU. entre en recesión en 2019 y que esa probabilidad sea aún mayor en 2020, y creemos que los indicadores de actividad económica del segundo semestre podrían empezar a reflejar un menor dinamismo que motiven a la Fed a detener el ritmo de aumentos de tasa a partir de diciembre de este año o en los primeros meses de 2019.
En consecuencia, ratificamos nuestra expectativa de un incremento adicional de la tasa objetivo de la Fed este año en la reunión de septiembre, aunque todavía mantenemos un sesgo a que sean 2, pero vemos una alta probabilidad de que no haya aumentos adicionales en 2019, a diferencia de lo que esperan los miembros del FOMC.
Andrés Pardo Amézquita
Director Ejecutivo de Investigaciones Económicas,
Juliana Pinzón Tróchez
Analista de mercados internacionales
Julio César Romero
Economista Jefe de Corficolombiana