No es una exageración afirmar que el cemento es estratégico para el desarrollo de un país. Su presencia obligada en las grandes iniciativas de infraestructura, proyectos de vivienda nueva o en las obras civiles de poblaciones a lo largo y ancho del territorio colombiano, hacen de este insumo uno de los indicadores más importantes del sector construcción en Colombia, sin contar con su contribución a las cifras de generación de empleo.
Ahora bien, según cifras del Dane actualizadas a junio de este año, se despacharon al mercado nacional 943.200 toneladas de cemento gris, lo que significó una variación anual positiva del 3,6 por ciento en el canal de concreteras.
Así, la industria cementera registra tres meses consecutivos (abril, mayo y junio) con variaciones anuales positivas, un repunte considerable luego de que en marzo de 2018, por ejemplo, el sector llegara a su punto más bajo con una variación anual aproximada de un -10 por ciento.
No obstante, el panorama pinta gris cuando gremios y cementeras coinciden en que el 2018 cerrará en un balance muy parecido al 2017, y no se obtendrá un crecimiento real; eso sí, se prevé que lo que resta del año arroje resultados más equilibrados.
“Colombia es un país que actualmente tiene un consumo cercano a los 12 millones de toneladas, pero en lo corrido del año ha disminuido ligeramente. Aunque se esperaba una recuperación, se cree que 2018 estará cerrando en niveles muy similares a los de 2017, año que tuvo un volumen inferior a los años 2016 y 2015”, señala Manuel Lascarro, director general de la Asociación Colombiana de Productores de Concreto (Asocreto).
El cemento como insumo experimenta en la actualidad un panorama complejo en el país. Teniendo en cuenta datos del Dane, entre enero y marzo el segmento de la construcción en Colombia se contrajo 8,2 por ciento con respecto al mismo periodo de 2017.
Jaime Hill Tinoco, presidente ejecutivo de Holcim Colombia S.A. afirma que esto “necesariamente afectó las cifras de venta y demanda de cemento. Y aunque Camacol ha dicho que se espera se mejora la situación en el segundo semestre, las proyecciones son muy conservadoras”.
De otro lado, Manuel Lascarro explica que después del 2015 (año récord en despachos nacionales y con un panorama que parecía despejado para el crecimiento), varios factores han hecho que el mercado se contraiga y que la velocidad de los despachos no vaya al ritmo esperado este año.
Esos factores incluyen –como lo expone el director general de Asocreto– desde las dificultades iniciales para lograr los cierres financieros de las 4G (al parecer la gran mayoría de proyectos finalmente lo lograrían este año), ajustes y tiempos adicionales de diseño en otras iniciativas, hasta temas de corrupción. “También está la lentitud en el desarrollo de la infraestructura social necesaria en las regiones”, acota Lascarro.
A propósito de estas dinámicas, Juan Esteban Calle, presidente de Cementos Argos, señala que “a pesar de la desaceleración en la inflación y la baja en las tasas de interés todavía no arranca a moverse el mercado de la vivienda no VIS”. No en balde, Calle reconoce que hay esperanzas y optimismo cuando en ciudades como Bogotá, por ejemplo, se ven muchos proyectos interesantes por avanzar como el Metro, más todos los proyectos viales.
De cualquier modo, las oportunidades que se vislumbran para la industria cementera pasan también por ofrecer un insumo tan versátil y duradero en ámbitos como el de la infraestructura aeroportuaria, terrestre, férrea, marítima, energética, hidráulica, de telecomunicaciones y más, apuestas que están en el orden del día del sector público.
Innovación, generación de propuestas de valor y responsabilidad social son en la actualidad los pilares de principales cementeras para apalancar su industria y hacerle frente al panorama conservador por el que hoy pasan.
Entre los casos por contar, resalta la iniciativa de Cementos Argos para expandir la capacidad de producción de cemento en su planta de Rioclaro, en el municipio de San Luis, Oriente antioqueño, que desembocará en la manufactura de arcillas calcinadas.
“Es una puzolana que permite producir un cemento con un menor contenido de clínker, lo que conlleva a menores emisiones de dióxido de carbono a la atmosfera, cumpliendo las propiedades técnicas de nuestros cementos. Vamos a sumar con esto cerca de 500.000 toneladas adicionales de cemento en Rioclaro”, señala Juan Esteban Calle.
Innovación, generación de propuestas de valor y responsabilidad social son en la actualidad los pilares de principales cementeras para apalancar su industria y hacerle frente al panorama conservador por el que hoy pasan.
Entre los casos por contar, resalta la iniciativa de Cementos Argos para expandir la capacidad de producción de cemento en su planta de Rioclaro, en el municipio de San Luis, Oriente antioqueño, que desembocará en la manufactura de arcillas calcinadas.
“Es una puzolana que permite producir un cemento con un menor contenido de clínker, lo que conlleva a menores emisiones de dióxido de carbono a la atmosfera, cumpliendo las propiedades técnicas de nuestros cementos. Vamos a sumar con esto cerca de 500.000 toneladas adicionales de cemento en Rioclaro”, señala Juan Esteban Calle.
Por último, Holcim Colombia le ha apostado a un nuevo modelo de negocio a través de Disensa, una red de tiendas de materiales para la construcción, cuyo principal objetivo es brindar soluciones a los ferreteros a través de un paquete de beneficios para fidelizarlos. En Latinoamérica ya cuentan con 1.200 tiendas y en Colombia el mes pasado se inauguró la tienda número 100.