El cultivo y transformación del cannabis medicinal en Colombia parece tan promisorio que las empresas que se han conformado para entrar en el negocio no han hallado problemas en conseguir capital, pero varias ya se han topado con un muro en el mercado financiero: les están negando el simple trámite de abrir una cuenta bancaria.
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Así se lo confirmó a Portafolio el director del Fondo Nacional de Estupefacientes, Andrés López, y otras fuentes ligadas con este campo que recién se abre camino en el país.
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Curiosamente, según López, desde Europa se importan cerca de 1,5 toneladas de codeína, otro narcótico –y como tal sustancia controlada– con la que se fabrican analgésicos, antidiarreicos y jarabes para la tos, y a ninguna de las firmas que lo hacen las han cuestionado, ni menos cerrado las puertas de los bancos.
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El funcionario recordó que en Estados Unidos, en los 29 estados donde la marihuana medicinal es legal (en otros 8 ya está aprobado el uso recreativo) los dispensarios deben instalar cajeros, pues no es permitido pagar con dinero plástico y los compradores deben hacer avances de sus tarjetas de crédito. Los resquemores al respecto se agudizaron sobre todo desde mediados del 2017, cuando Uruguay aprobó el uso recreativo de marihuana y se generó el temor de que las ganancias circularan por la banca estadounidense.
Para comenzar a allanar este terreno, la recién conformada Asociación Nacional de Industrias de Cannabis Colombiana, Asocolcanna, que reúne a seis firmas del sector, ya está pidiendo citas con los bancos agremiados en la Asobancaria. Sin embargo, el desafío mayor será convencer a los del exterior. “Nos preocupa un poco que la banca internacional, especialmente la que tiene sede en Estados Unidos, no ha entendido que esto es totalmente legal y que no se están infringiendo tratados”, dijo López.
El otro frente es el trabajo con Procolombia, a fin de que esta oportunidad de generar una bonanza para el país no se trunque por malos entendidos. “Vamos a necesitar un apoyo importante del Mincomercio y las entidades financieras (nacionales) para que ayuden a aclarar el tema con los bancos extranjeros”, expresó el recién nombrado director de Asocolcanna, Rodrigo Arcila.
Este, sin embargo, parece un reto menor frente a la perspectiva de introducir a Colombia en la élite mundial del cannabis medicinal, que promete convertirse en el quinto renglón de la economía nacional.
TAMAÑO DEL MERCADO
Las cifras sobre su potencial son disímiles pero hasta las más conservadoras son atractivas. Un informe del portal visionagain, que sirve de referencia para varias firmas del sector, indica que el mercado mundial de cannabis medicinal en el 2016 movía 12.000 millones de dólares y que crecerá de manera sostenida a un 18% en los siguientes cinco años.
Otro reporte de Brightfield Group ubica el dato para el 2017 en 7.700 millones de dólares y pronostica que en el 2021 serán US$31.400 millones, debido a la cantidad de países que están aprobando la utilización como medicamento. Por otra parte, ReportLinker afirma que solo el mercado de EE. UU. será de US$19.500 millones en el 2024.
Entre los que van adelante en ese campo figuran naciones como Canadá, Alemania, Australia e Israel. Y Colombia tiene la firme intención de ingresar con fuerza. Así lo demuestra el último cupo que solicitó a la Jife (Junta Internacional para la Fiscalización de Estupefacientes, que depende de la ONU) y que esta le aprobó, por 40,5 toneladas de flor de marihuana, es decir el 44% mundial para el año 2018. Con ellas, el Gobierno espera cubrir las necesidades de las firmas que están empujando el tema.
El director del Fondo de Estupefacientes explicó que la cifra fue calculada asumiendo que hay unas 20 empresas con licencia para cultivar y 22 para transformar cannabis, y que en el futuro inmediato podrían ingresar otro tanto. Individualmente manejarían entre media y una hectárea de sembrados, y a la vez, sacarían de dos a tres cosechas anuales, dependiendo de la implementación de técnicas que aumenten el rendimiento. Con ello, la cosecha alcanzaría a cubrir las necesidades locales y el 10% de las globales.
A futuro, el proceso será a la inversa, según López. Antes del 30 de abril próximo las empresas deberán hacer sus planes de negocio del 2019, con base en los cuales piden su cupo y, con todas las solicitudes listas, antes del 30 de junio el Gobierno envía el plan del país a la sede de la Jife en Viena (Austria). La respuesta de aprobación debería estar la última semana de diciembre o la primera de enero. Solo ahí se sabrá cuál es el tamaño real negocio.
“Este no es un negocio de volumen, sino de calidad y eficacia de un medicamento”, aclaró por su parte el vicepresidente de Asuntos Regulatorios de Khiron, Juan Diego Álvarez.
Por lo pronto, las compañías avanzan en los trámites legales, la organización de sus estructuras empresariales, la importación de maquinaria, en las previas para los cultivos y la ubicación de laboratorios y plantas de transformación. Solo Pharmacielo y Khiron comenzaron la siembra de semillas de prueba que deberán certificar ante el ICA antes de darle el primer golpe a la tierra, y las demás tienen que surtir pronto este paso.
La ventaja de las pioneras es que pueden iniciar su experimentación incluso con cepas que no ingresaron de manera legal al país, siempre y cuando las declaren antes del 19 de abril de este año. En cambio, las ‘adevenedizas’ deberán certificar el origen en un país donde la actividad sea legal. “Esto tiene sus dificultades porque, por ejemplo, en España y Holanda hay bancos de semillas, pero cuando uno va al Gobierno por un permiso para sacarlas, le indican que estas son de colección, es decir que tienen un estatus semilegal que no permite la salida del país”, contó López.
Así las cosas, según cálculos, solo en el primer trimestre del 2019 se verían las primeras cosechas y ojalá antes de junio se estén procesando los aceites esenciales que sirven de insumos y tal vez productos con destino a los pacientes, que son los usuarios finales. Álvarez, de Khiron, firma que aspira a llegar hasta la elaboración de medicamentos, elogió los pasos dados por el país, pero advirtió que aún falta que el Invima se alinee a todo el plan, con mecanismos para acelerar los registros de productos derivados del cannabis.
Aparte de hacer los ajustes institucionales y legislativos; superar los prejuicios que recaen sobre el cannabis y sobre la relación del país con el negocio ilegal de los narcóticos, un reto es que Colombia –empresas y Gobierno– se apuren para aprovechar la delantera que ha tomado en materia legislativa, y estar a punto a tiempo, antes de que otros lo alcancen, dado el interés que ha despertado el tema en otras latitudes.