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Ricardo Santamaría
COLUMNISTA

Nueva etapa del proceso de paz

Ricardo Santamaría
POR:
Ricardo Santamaría

El panorama del fin del conflicto en Colombia, se completa con la entrada del Eln al proceso de conversaciones por la paz con el Gobierno Nacional. Contra el pronóstico de entendidos y legos en el tema del Eln, esta guerrilla –por fin– dio el paso en firme para desmovilizarse, dejar las armas e integrarse al proceso democrático. El inicio de conversaciones es una buena noticia en el camino de la paz de Colombia para romper, de una vez por todas y por siempre, el vínculo entre política y violencia. Varios asuntos saltan a la vista.

Primero, a partir ahora, y así se establece en el acuerdo dado a conocer el pasado miércoles, se inicia un proceso de hacer compatibles los pactos ya suscritos con las Farc con los que se firmen con el Eln. Específicamente, en el documento se habla de “coordinación y sincronía” entre ambos acuerdos y procesos. Y es lógico que así ocurra en los temas esenciales de justicia, víctimas y todo lo que tiene que ver con cese al fuego bilateral, desmovilización, dejación de armas, verificación internacional e integración a la vida civil.

En los asuntos temáticos sí habrá diferencias. El elemento esencial del acuerdo con el Eln es la participación de la sociedad civil en el proceso de construcción de acuerdos, mediante el envío de propuestas que serán tenidas en cuenta en la mesa de conversaciones. ¿Y cuáles son esos temas?: democracia para la paz y trasformaciones para la paz. Aunque, por supuesto, con las Farc también hubo unos espacios en los tres primeros puntos de la agenda, para recibir propuestas de todos los sectores.

Segundo, al igual que en con las Farc, no se va a negociar con el Eln la política minero-energética del país, la doctrina ni tamaño de las Fuerzas Armadas o el modelo de propiedad privada. Si esos asuntos hacen parte de el pensamiento e ideario de las guerrillas, una vez reintegrados a la vida legal del país y convertidos en partido político, podrán defenderlos en la plaza pública, en democracia.

Tercero, se abren nuevos retos para el Gobierno en cuanto al manejo de dos procesos de conversaciones con obvias similitudes, pero también con particularidades propias. Concretamente, el tema del plebiscito para la paz: ¿será uno o serán dos? ¿Qué es lo más oportuno y razonable? Va a depender, en gran medida, de la celeridad con que se mueva el proceso público con el Eln y de los avances definitivos que se tengan con las Farc. Con todo, las conversaciones se dinamizan y, a pesar de que a primera vista todo parece más complejo, lo cierto es que el fin del conflicto total ahora sí puede ser una realidad en Colombia. Y ese es un objetivo supremo. Nuestra esperanza se aviva.

Se abre una histórica oportunidad para la construcción de una paz estable y duradera en todo el territorio nacional y con todos los actores del conflicto. No quiere decir esto, que los desafíos de seguridad que tiene el país terminen. No. Quedan las bandas criminales y el narcotráfico. Pero el panorama para enfrentarlos es completamente distinto.

Ricardo Santamaría
Director de Reconciliación Colombia
risasa1960@gmail.com

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