El Banco Internacional de Pagos (BIS por sus siglas en inglés) tiene como misión ayudar a los bancos centrales en su objetivo de promover la estabilidad financiera global y actuar como banco de bancos centrales. El BIS sirve también de sede a los grupos de trabajo y comités de estabilidad financiera y de supervisión bancaria, encargados de emitir recomendaciones sobre regulaciones macroprudenciales y financieras que puedan ser adoptadas por las autoridades a nivel mundial. Creado en 1930, el BIS, con sede en Basilea, Suiza, es la organización financiera internacional más antigua y prestigiosa del mundo y cuenta con 60 bancos centrales miembros.
En el informe anual, publicado por esta institución, de obligatoria lectura para los interesados en la situación de la economía internacional (http://www.bis.org/publ/arpdf/ar2014e.htm), se analizan las perspectivas macroeconómicas globales, los riesgos que enfrenta la recuperación y las medidas que deben tomarse para salir definitivamente de la sombra de la crisis financiera del 2007-2009, más conocida como la Gran Recesión.
Entre los principales aspectos tratados en el informe se destacan ciertos puntos de particular interés:
1. La economía global muestra signos de recuperación. Sin embargo, persisten sin solución algunos de los factores que engendraron la crisis financiera. Según el informe, para solucionar esta problemática deben adoptarse políticas de largo plazo que dependan menos de la deuda como motor para el crecimiento y más en aumentos de productividad y aspectos estructurales de las economías.
2. En los países en desarrollo, la prioridad es corregir los desequilibrios que puedan conducir a la creación y posible estallido de burbujas de activos. El texto destaca que, en ciertas economías en desarrollo, se observa un aumento en los niveles de apalancamiento asociados, en algunos casos, a la aparición de burbujas, que unido a una normalización de las políticas monetarias de los países desarrollados, podría elevar los riesgos de observar eventos crediticios o incluso nuevas crisis financieras. Este objetivo de corregir desequilibrios puede ser logrado a través de medidas macroprudenciales que actúen en consistencia con la política monetaria, pues mientras las primeras evitan sobrevaloraciones en los precios de activos, la segunda puede alimentarlos, haciéndose necesaria una coordinación en su implementación.
3. Las bajas tasas de interés y la abundante liquidez han alimentado un mayor apetito por riesgo. Esto se refleja en altas valoraciones bursátiles, estrechamiento de márgenes crediticios, grandes emisiones de deuda y baja volatilidad. El informe menciona los riesgos de tener mercados financieros dependientes de las políticas monetarias actuales, con sus implicaciones en la reducción de volatilidad, la búsqueda de rendimientos y la euforia de los mercados un tanto desconectados de la realidad económica imperante a nivel global (crecimiento positivo, pero aún muy bajo).
4. Los mercados financieros deben prepararse para la normalización de la política monetaria de las economías desarrolladas. El informe señala que las autoridades monetarias de las economías desarrolladas se enfrentan al reto de una recuperación económica decepcionante, a la vez que la efectividad de las medidas de política monetaria adoptadas disminuye. Los países en desarrollo, por su parte, se enfrentan a los efectos de los cambios de dichas políticas sobre sus propias economías, que incrementan los riesgos de experimentar turbulencias.
En conclusión, el texto menciona aspectos fundamentales y críticos que deben considerarse para el diseño de políticas que permitan dejar atrás la crisis financiera del 2007-2009 y deja claro que la transición global hacia una normalización de las políticas monetarias de los países desarrollados será compleja y con sobresaltos.
Ana María Carrasquilla
Presidenta del Flar