La semblanza que el nobel peruano Vargas Llosa hace del padre de la ciencia económica, evoca a un solitario y despistado niño que creció en Escocia, y es recordado por sus paseos sin rumbo a través de las aldeas vecinas, reflexionando en temas académicos y que recuerda que en Oxford fue reprendido por leer a su amigo y profesor David Hume, quien era repudiado por su ateísmo.
Smith comenzó su ejercicio intelectual como filósofo moral, y además de la economía se ocupó de la astronomía, taxonomía, lenguaje y retórica, y fue gran admirador de Newton. En su libro La teoría de los sentimientos morales, Smith rechaza los proyectos políticos que pretenden amalgamar a los individuos y centralizar su conducta bajo algunos ideales, y sostiene que el orden natural determina las acciones individuales, pues la sociedad tiene una organización interna autónoma.
Tras abandonar su cátedra en Glasgow, Smith fue tutor del duque de Buccleuch, y con él viajo a Suiza y Francia –donde pudo debatir con Turgot y Quesnay– a quien hubiera dedicado su libro si estuviera vivo. Al regresar de ese viaje comenzó la redacción de La Riqueza de las naciones, en el cual muestra el mercado libre como motor del progreso y que fue prohibido por la Inquisición en España.
Según Smith, para satisfacer sus intereses egoístas los individuos son guiados por una mano invisible y ello contribuye al progreso a través del mercado, debido a que logran cooperar con los demás. Por ello ,concluye que “…no es el altruismo ni la caridad, sino más bien el egoísmo, el motor del progreso”, y la igualdad de oportunidades es un supuesto central del liberalismo, con el acceso a la educación y el rechazo a la pobreza, frente a la miseria que podría acarrear la tecnificación. Además, condena la esclavitud, por razones morales y económicas, porque es un trabajador menos productivo por no tener incentivo para esforzarse: ¡los trabajadores bien pagados rinden más y su prosperidad garantiza paz social!
Además de no preguntarse cómo las tierras que eran comunitarias o ejidos públicos llegaron a ser privadas, Vargas no ahonda en la tesis más profunda de Smith acerca del valor generado solo por el trabajo humano. Según Vargas, para Smith debían eliminarse los privilegios de los gremios, acusándolos de violentar las libertades de los trabajadores no agremiados, y considera al Estado como enemigo del ciudadano trabajador porque consume la riqueza social.
Smith consideraba inmoral el colonialismo, pues era impulsado por aventureros codiciosos y creía que las colonias británicas en Norteamérica deberían contar con los mismos derechos que la metrópoli. Y al mayor respeto por las libertades y a la mayor abundancia de tierras en las colonias británicas, Smith atribuyó que hayan progresado más que las colonias españolas y portuguesas.