Pese a que la mayoría de estudiantes universitarios son mujeres, solo tres de las veintiún asociaciones gremiales de Colombia son dirigidas por mujeres. En el país su remuneración es menor, aún si sus resultados académicos son iguales o mejores que las de sus pares varones.
Por ello, la designación, por primera vez en más de siglo y medio de existencia, de una mujer en la rectoría de la mayor universidad del país, resulta un hecho histórico. Adicionalmente, la nueva rectora llega a ese cargo debido a su vida académica dedicada a la ciencia y a la innovación, por eso se trata de un reconocimiento a sus méritos, y en ella, a toda la comunidad académica.
La profesora Montoya fundó el Instituto de Biotecnología, contribuyó a la creación de la primera maestría interfacultades de la Universidad Nacional (UN) en microbiología, y ha desempeñado la Dirección Académica y la Vicerrectoría de Investigación.
El programa que propuso a la comunidad universitaria se tituló ‘Universidad Nacional de Colombia’, un proyecto cultural y colectivo en el desarrollo de nación, y se basó en tres ejes: comunidad educativa dinamizadora de procesos sociales para el desarrollo de la nación, hacia la reconciliación y la paz; comunidad académica líder propositiva del Sistema Nacional de Educación, y comunidad formadora desde la armonización de las funciones misionales (investigación, extensión y docencia) de científicos y profesionales íntegros, gestores de la ética ciudadana.
Cabe resaltar la propuesta de articular la Universidad Nacional al proceso de paz, promoviendo el perdón y la reconciliación, integrando las sedes nacionales de cara al proyecto de nación y creando espacios de construcción y participación, en donde “… se debe organizar a los diversos agentes para empoderar a las comunidades en el conocimiento, la tecnología y su sostenibilidad económica y social”.
De otra parte, se destaca la idea de asumir el liderazgo para la transformación del Sistema Nacional de Educación en defensa de lo público, como condición de una paz estable y duradera a través del Centro de Pensamiento en Educación, y en discusiones en el Congreso de la República con los diferentes actores sociales para la revisión y ajuste del actual sistema educativo.
Por último, es relevante la voluntad de asumir la evaluación de la reforma académica mediante la concepción de un currículum “integrado, abierto y flexible”, introduciendo estudios generales en artes, humanidades, ciencias y tecnología, comprometiéndose con una formación más integral de los estudiantes por medio de “… prácticas académicas, investigativas, evaluativas y administrativas que permitan entregar al país un egresado con el sello UN, con fundamento ético y humanístico, y con una perspectiva social del desarrollo tecnológico y científico.
Este programa marca la ruta de excelencia que la Universidad Nacional recorrerá bajo su orientación.