¿Qué nos pasa si no le quitamos los tres ceros al peso? Nada, la verdad, nada. Quedarnos con la moneda como la tenemos, es como quedarnos con un software viejo, que sigue funcionando sin problema, pero con enormes limitaciones para hablar con otros archivos y causando un proceso más lento que los demás.
Pero si comprendemos la importancia de un upgrade de nuestra moneda, las cosas no solo serán más eficientes, sino que todo el mundo hablará más fácil con nosotros. Hoy debemos explicar porqué nuestra divisa tiene más ceros que la de Perú y Ecuador, y convencerlos de que tenemos una economía más grande y más sólida; es como defender que es mejor tener un televisión en blanco y negro para ver el mundial.
Cuando cambiamos de software o de celular, el proceso de adaptación no es sencillo, y esto lo veremos en el esfuerzo que tenemos que hacer al pensar que ya no ganaremos dos millones de pesos al mes, sino dos mil nuevos pesos.
Muchos tienen miedo de que esto se preste para abusos por parte de algunos comerciantes, pero el vendedor no va a perder la segunda venta, robando en la primera; por el contrario, son ellos los que van a tener que hacer la tarea más pesada, de educarnos sobre los cambios de precios, por medio de etiquetas que nos muestren cuándo valen las cosas, pues aunque parezca fácil, no es sencillo quitar tres ceros de 950 pesos.
La idea no es un embeleco del gobierno Santos, sino una de muchos años atrás de economistas, instituciones y empresarios que ven con buenos ojos y como una jugada inteligente, decirle al mundo que ya no somos la Colombia de 1980, con bombas y guerrillas, sino un país con empresas, instituciones, deportistas y músicos reconocidos a nivel mundial, porque –aunque suene ligero– cuando un país exporta industrias de entretenimiento es porque está haciendo muy bien la tarea.
Los primeros que sentirán los beneficios serán los turistas, pues pasar de dólares, euros o yenes a pesos es un complique multiplicado por mil. Asimismo, para los colombianos que vayan de turistas al mundo, ya no deberán dividir en miles, sino en un solo número, evitando errores y ayudando a que el presupuesto rinda más.
Muchos se han quedado en el debate sobre el costo del proceso, cuando ese precio no es tan grande porque es casi igual al presupuesto que tiene el Banco de la República para imprimir año a año nuevos billetes y hacer monedas. Pero a la luz de la opinión pública, el valor total es enorme porque no se dice que es lo mismo que cuesta siempre.
Pasar de un peso viejo a un peso nuevo no es dejar atrás una institución o un símbolo patrio, es aceptar que nuestro presente es mil veces mejor que nuestro pasado.
¿Qué lograremos? En realidad no mucho, solo simplificarnos la vida, hacer negocios más fácil y ponernos a tono con los vecinos, casi como si aprendiéramos a hablar inglés, y la gente nos comprendiera mucho más fácil, pero con ese acento colombiano tan nuestro.