El consumo es hoy el acto de ciudadanía efectiva más continuo que hay. Mientras que la votación se hace cada cuatro años, las compras, los pagos, el gasto se efectúan diariamente, ejecutando derechos y deberes constantemente; no hay acto más democrático que el deber y derecho de consumir.
Venezuela, atraviesa hoy por la negación de este principio, en el cual muchas personas no tienen la capacidad de adquirir una pasta de dientes para mantener su salud oral, pese a haber tenido esa libertad. Mucho se ataca al capitalismo y al consumismo desde sus falencias, como la capacidad de acumulación, la concentración del ingreso y la continua oferta de bienes innecesarios, mientras se disfruta de sus beneficios no mencionados, como la mejora en la calidad de vida, el aumento de la esperanza de la misma y la continua y sistemática reducción de la pobreza.
Mientras Venezuela, Ecuador y Bolivia se jactaban de haber bajo la pobreza en el siglo XXI, como consecuencia de sus políticas y gobiernos, Colombia, Perú y México hacían lo mismo, sin necesidad de arriesgar la estabilidad del mercado, con intervenciones desestabilizadoras. El consumo es el medio por el cual se mejora la calidad de vida, y la base fundamental del mismo es la libertad de elección, pero si está es coartada, los cambios en el bienestar de las personas serán temporales, pues están haciendo un cambio entre precio y libertad.
La reducción de la pobreza es el aumento de la clase media, que es la población que con su propio esfuerzo ha logrado un patrimonio y busca la manera de crecerlo y asegurarlo: hoy, 7 de cada 10 colombianos no son pobres, y lo que se defina en política pública hará que el país consolide esta población con mejores condiciones de vida, o la llevemos a un mundo de incertidumbre complejo, donde la inversión estará congelada hasta no ver un horizonte claro, como nos ha ocurrido en los últimos años.
Quizá para muchos, algunos consumos son innecesarios y superfluos, pero todas las personas tienen una serie de preferencias que no son consideradas vitales o fundamentales por otros, desde un chocolate hasta un libro; así, lo que hoy se debate, es la libertad que tenemos de gastar nuestro dinero en lo que consideramos correcto. Un sistema subsidiario ayuda a reducir las brechas del ingreso, pero hace que la clase beneficiada dependa del esquema y que la fuente de los ingresos, reduzca su productividad, frenando el desarrollo y crecimiento de beneficiados y benefactores; es por esto que los subsidios son focalizados, segmentados y temporales, para ayudar a dar solución y no convertirse en una forma de eternizar el problema, porque los subsidios dan libertad de elegir otras cosas, pero no la de decidir sobre lo que debe ser subsidiado, y es allí donde se ve la mano de quien gobierna y sus prioridades.
Para que Colombia siga en la senda de crecimiento y desarrollo que lleva en los últimos 50 años, es necesario defender la libertad de elección en un libre mercado, y no dejarnos llevar por la tentación de un gobierno que promete mejorar nuestra vida, a cambio de nuestra libertad. Mi voto es claro.