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MARTES, 16 DE ABRIL DE 2024

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Cecilia López Montaño
Análisis

La educación: un debate ya

La educación puede producir, a nivel de sociedad y de los individuos, adición a la justicia para contrarrestar la capacidad de generar desigualdades.

Cecilia López Montaño
POR:
Cecilia López Montaño

A raíz de la muerte de un gran amigo y uno de los profesionales latinoamericanos más sobre salientes en el campo de la investigación en educación, Juan Carlos Tedesco, tuve la oportunidad de conocer su última conferencia, meses antes de su desaparición.
Después de escucharla repetidamente, creo que da los mensajes que hoy se requieren en Colombia. Adicionalmente, estas reflexiones vienen en el momento preciso, en medio de este larguísimo paro de maestros, porque dejan en evidencia la pobreza de nuestro debate sobre la educación. No se trata de desestimar las razones del paro, pero sí es una invitación para abrir una discusión más profunda sobre lo que hoy significa ser educador y frente a los reales objetivos del sistema educativo colombiano.

Pocas veces los economistas tenemos la oportunidad de escuchar una visión histórica, que relacione, de manera clara y contundente, la evolución del sistema educativo de la región con las formas de producción vigentes, y menos aún, con las consecuencias que se desprenden de esta realidad. Por ello, incluyo el link de la conferencia de Juan Carlos Tedesco, porque aporta numerosas luces, en este y otros temas, que no estamos considerando. http://www.redposgrados.org.mx/red_de_posgrados_en_educacion/.

Precisamente, para los economistas, esos análisis aclararían, en parte, la pregunta de por qué seguimos siendo la región más desigual del planeta y nuestro país uno de los más injustos. Al hacer un recuento histórico sobre la forma como ha evolucionado la educación en el mundo y en América Latina, dos de las reflexiones de Tedesco son particularmente pertinentes. La primera se refiere a que entre nosotros, en algún grado, se dieron los cambios en la educación que buscaban fortalecer la ciudadanía, sin embargo, nadie se ocupó de reconocer que el sistema productivo seguía siendo el mismo, excluyente, concentrador e injusto. Tratando de interpretar a Tedesco, en nuestra región en particular muchas cosas han cambiado, como él afirma, “vivimos transformaciones muy profundas”, pero la forma como se produce sigue siendo intocable. Además, afirma que con esta sociedad del conocimiento, se genera innovación, se exige mayor estudio en las actividades productivas y sociales, pero, al mismo tiempo, se genera exclusión, fragmentación, xenofobia y todos esos males que hoy caracterizan al mundo.

La segunda observación plantea que, a mediados del siglo XX, cuando la educación pierde el sentido de crear ciudadanía, de desarrollar la educación pública para apoyar la nación, la educación entra al campo de la economía. Es decir, deja su sentido de construir ciudadanos para producir recursos humanos para el desarrollo. Se vive un déficit de sentido de la educación, que se acentúa a partir de los años noventa. Ya no se trata de un gasto sino de una inversión, se impone lo privado sobre lo público, que genera cohesión, prima la individualidad y la discusión educativa se centra en lo administrativo. ¿Alguna vez los economistas nos hemos preguntado las consecuencias de este cambio que aplaudimos? Pero resulta que los verdaderos educadores si lo han hecho, y de su preocupación nacen las dos preguntas vitales que de acuerdo a Tedesco, son el desafío actual de la educación: ¿para qué? y ¿para dónde?

Sin embargo, se reconoce que hay una preocupación mundial sobre la necesidad de generar justicia social, y en ese punto, según Tedesco, se debe centrar el debate educativo. La educación es la que puede generar. a nivel de la sociedad y de los individuos, “adición a la justicia” para contrarrestar “la profunda capacidad que tiene el nuevo capitalismo de generar desigualdades”. Se trata de una educación que contribuya a acabar con la hipocresía individual que aprueba la equidad general, pero practica la desigualdad cuando de sus intereses personales se trata. Frente a esta tarea transformadora a nivel individual y social, los docentes dejan de ser empleados públicos para convertirse en actores del profundo cambio que nuestra región exige.

Al mirar el contenido de las demandas de los maestros es evidente que se concentra en temas administrativos, particularmente en la remuneración, los servicios de salud, la dotación de infraestructura, entre otros. Claro que debe reconocerse que en Colombia, ni los maestros ni los policías, han recibido jamás el reconocimiento que se merecen por las imprescindibles tareas que realizan para bien de los individuos y de la sociedad. Estos temas deberían haberse resuelto hace rato, pero como todavía figuran en los pendientes, en la movilización de los maestros no es la política educativa del país la que está en juego. Como afirma Tedesco, mejores insumos materiales no mejoran los resultados, pero, además, la política educativa no se puede limitar a la discusión de los salarios.

Por eso, una vez resuelto el paro en Colombia, se tiene que entrar a discutir para qué estamos educando a nuestros jóvenes y para dónde debe ir el sistema educativo. Tedesco nos deja insumos para esta discusión:

* Colombia, desde ya, debe pensar en el largo plazo y reconocer que la educación anticipa el futuro.

* La educación no tiene plazos gubernamentales, debe ser una política de estado.

* Sin educación, la reducción en pobreza y marginalidad es una tarea imposible.

* La educación no es una política sectorial, sino el pilar de una sociedad más justa.

* Los educadores son actores sociales y no simples funcionarios públicos, porque deben lograr transformaciones en los individuos y en la sociedad.

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