Cada cuatro años, desde 1970, el país tiene la oportunidad de discutir en el Plan Nacional de Desarrollo muchos de los elementos determinantes de nuestra realidad y deseos a futuro como sociedad.
El arreglo institucional con el que contamos, señala la existencia de tres componentes: las bases, que es un documento con la narrativa del enfoque y principales aspiraciones; el plan plurianual de inversiones, que constituye el instrumento central, aunque no único, de impulso al plan y, finalmente, el llamado articulado, en el que se incluyen decisiones de carácter legal que se suponen facilitan la implementación del mismo.
Las bases del Plan ya fueron discutidas al interior del Gobierno, con los ministerios y luego en el Conpes, en dos ocasiones, y se recibieron comentarios del Consejo Nacional de Planeación. Ahora, luego de radicado en el Congreso, se tienen cuatro meses intensos, en los cuales, los parlamentarios intentarán mejorar y legitimar la expedición de este documento.
Por las reacciones iniciales, observo una tendencia a que la discusión no sea muy constructiva: los opositores del Gobierno, desde la izquierda y la derecha, únicamente parecen ver cosas malas en el Plan y los defensores solo ubican sus bondades.
Además, existe el temor a que el articulado presentado por el Gobierno, con cerca de 200 numerales, termine siendo aumentado en 100 más por los congresistas, sin una juiciosa labor de depuración y consistencia.
Por lo que he visto del documento, me parecen positivos algunos elementos como el propósito de cerrar las brechas regionales, la apuesta por construir un escenario de paz, independiente de lo que ocurra en La Habana, y el énfasis en calidad de educación. Me genera dudas el alto componente de inversión que se espera recibir del sector privado y la repetición de lugares comunes sobre la justicia y la lucha contra la corrupción.
Por eso quiero proponer que se hagan ajustes a la metodología de discusión del Plan. En primera instancia, que las sesiones conjuntas no sean solo para las comisiones 3 y 4, sino que se aprovechen las especialidades de las demás comisiones para hacer discusiones detallas de los temas sectoriales. Al fin y al cabo, por ello se convocaron las sesiones extraordinarias a todo el Congreso.
Una segunda medida es que los partidos fijen su posición sobre el plan por bancadas, de tal forma que tanto la discusión como la votación del Plan se pueda hacer por bloques temáticos, en los cuales cada bancada fije su posición y deje claro para el país cómo se votan los conjuntos de artículos.
Todo esto debe ir acompañado de la articulación entre lo señalado en las bases, el Plan plurianual de inversiones y el articulado del documento. El carácter especial que le dio la Constitución a la ley del Plan, hacen que sea el escenario propicio para colgar ‘micos’ en la norma.
Por ello, sugiero plantear una metodología que logre mayor profundidad en la discusión y mucha más transparencia y visibilidad a la hora de la votación.
César Caballero Reinoso
Director de Cifras y Conceptos
ccaballero@cifrasyconceptos.com