En medio de una oleada de pesimismo como la actual, abundan las críticas de la ciudadanía sobre la situación del país. La percepción de que la corrupción, la inseguridad y el costo de vida han aumentado de manera significativa en los últimos tiempos; son factores que, entre otros, influyen en que la gente califique de ‘mal’ el estado actual de cosas.
Sin embargo, los sondeos muestran que hay una divergencia entre la manera de ver el entorno y la realidad personal o familiar. Puesto de otra manera, la apreciación sobre la imagen colectiva es mucho peor que la del hogar, algo que sorprende a más de un analista.
Las razones de esa dicotomía son más fáciles de entender cuando se observan trabajos como el que dio a conocer el Dane ayer. Cada 12 meses, la entidad hace una labor que se traduce en la Encuesta de Calidad de Vida que aparece en marzo. En esta ocasión el trabajo de campo se realizó a finales del año pasado, cuando se visitaron 22.893 hogares a lo largo y ancho del territorio nacional.
'En los hogares hay más acceso a servicios públicos, mayor escolaridad y una tenencia más elevada de bienes materiales'
COMPARTIR EN TWITTEREl objetivo del sondeo no es otro que conseguir información sobre las condiciones socioeconómicas en las que habitan los colombianos. Debido a ello, se hacen preguntas que incluyen acceso a servicios públicos, posesión de bienes materiales, educación o uso de las tecnologías de información y comunicación.
Los resultados son interesantes, sobre todo si se comparan con los de años anteriores. Una mirada a los datos del 2011 y el 2016 muestra que la evolución que hemos tenido no se ha detenido y que en más de un caso podría describirse como acelerada.
Para comenzar, es importante destacar que el tamaño de los hogares sigue en descenso (3,3 personas), mientras que la proporción de individuos que viven solos va en aumento y ya representa el 15 por ciento del total. Algo más de una tercera parte de las familias están encabezadas por mujeres, una cifra que es mucho más elevada en las cabeceras que en las áreas rurales (38 contra 24 por ciento).
Pasando a otro capítulo, la cobertura de la energía eléctrica es del 99 por ciento y la de acueducto asciende al 90 por ciento, unos tres puntos porcentuales más que hace cinco años. A su vez, las conexiones a alcantarillado llegan al 94 por ciento en las cabeceras, pero solo son del 17 por ciento en el campo y las poblaciones pequeñas. Tal vez lo más llamativo es que el servicio del gas está en casi dos terceras partes de las casas, cuando en el 2011 aparecía en el 52 por ciento.
Igualmente, son reveladoras las estadísticas sobre la tenencia de bienes materiales, detrás de cuyo aumento está una importante mejora en el nivel de ingresos. Para citar varios ejemplos, hay una nevera en el 88 por ciento de los hogares, 11 puntos porcentuales más que hace un lustro. La proporción de lavadoras es del 62 por ciento, cuando hace cinco años era de menos de la mitad. En lo que hace a televisión por cable, el número es 70 por ciento, 18 puntos más que en el 2011, mientras que el acceso a internet es 46 por ciento, lo que representa 21 puntos más.
No todo es positivo, claro. En el 2016 casi una tercera parte de los jefes de hogar afirmó que lo que se ganaron no alcanzó para cubrir sus gastos mínimos, cuando hace dos años el dato fue del 23 por ciento. A pesar de ello, dos terceras partes señalaron que no se consideran pobres, dos puntos más que en el 2015 y siete por encima del 2011.
Toda esa evidencia, a la que hay que agregarle un nuevo repunte en la escolaridad, permite afirmar que la Colombia de ahora es más próspera que la de antes, independientemente del punto de corte. Que falta mucho camino por recorrer, es algo que no tiene discusión, como lo muestran las disparidades regionales, que son muy grandes. No obstante, la evidencia lleva a la conclusión de que seguimos andando hacia adelante, así nos cueste un gran trabajo reconocerlo.
Ricardo Ávila Pinto
ricavi@portafolio.co
@ravilapinto