Que el dólar haya vuelto a ganar terreno contra la moneda nacional, sobrepasando otra vez con facilidad la barrera simbólica de los 3.000 pesos, no pasó desapercibido para ningún operador bursátil ayer en Colombia. Aunque no es la primera vez que eso sucede, lo curioso es que la rápida apreciación de la divisa estadounidense, ocurrida en los últimos días, coincide con una tendencia al alza en el valor del petróleo, cuya variedad Brent está muy cerca de los 60 dólares el barril.
La relación observada entre la marcha de la cotización del crudo y la tasa de cambio –que usualmente van en direcciones opuestas– confirma que las circunstancias son distintas ahora. El motivo es que el clima internacional dio un giro sorpresivo desde hace unas semanas, pues lo que se ve aquí es similar a lo que se observa en otras latitudes, aunque los grados de ajuste dependen de la realidad de cada país.
Los que podrían calificarse como factores sorpresa son tres, y tienen que ver con Estados Unidos. Hay una confluencia de hechos que hacen más atractivas las inversiones en dólares, motivo por el cual 26 de las 30 monedas más representativas del mundo han perdido terreno con el billete verde desde comienzos de septiembre, según un análisis del Banco de Bogotá.
Para comenzar, los resultados de las empresas norteamericanas son muy positivos. La noticia sobre las utilidades récord de Microsoft o el hecho de que la acción de Alphabet –la matriz de Google– superó la marca de los mil dólares, muestra que el viento sopla a favor de algunos de los conglomerados más conocidos. Y no se trata solo de compañías del ramo de la tecnología, pues Ford también sorprendió con sus cifras en negro.
Debido a ello, índices como el Dow Jones o el S&P 500 rompen marcas casi a diario, más allá de que no faltan los llamados a la prudencia. El entusiasmo de los inversionistas no se detiene, pues la expectativa es que los balances pueden ser mucho más favorables, por cuenta de las decisiones políticas que se avizoran en el horizonte.
En concreto, la esperanza es que el Congreso en Washington apruebe la reforma a los impuestos que presentará la administración de Donald Trump en cuestión de semanas. Aunque los detalles de la iniciativa no se conocen, su principal elemento es una reducción de más de 10 puntos porcentuales en la tarifa de renta que pagan las sociedades, combinada con alivios en favor de los individuos.
El debate, sin duda, será duro, pero los republicanos saben que necesitan darle algo al público si aspiran a conservar la mayoría que hoy detentan en ambas Cámaras. Las relaciones entre la Casa Blanca y el partido del presidente distan de ser buenas, y aun así los dos lados saben que una reducción en los impuestos es popular, a pesar de que puede disparar el tamaño del déficit fiscal.
Para completar el panorama, el Banco de la Reserva Federal ha enviado mensajes más o menos claros, en el sentido de que está inclinado a reajustar su tasa de interés en diciembre. Esa perspectiva contrasta con la de un par de meses atrás cuando se creía que el costo de los fondos que presta la institución se mantendría constante. Pero un grupo importante de especialistas piensa que aparte de la vuelta de tuerca de ahora, se acercan dos más el próximo año.
Debido a ello, la rentabilidad de los bonos del Tesoro viene en aumento. Teniendo en cuenta que se trata de la opción más segura de todas, miles de millones de dólares han salido de los mercados emergentes en busca de aprovechar esa mejora en rendimientos.
Por tal razón, todo apunta a que el dólar seguirá arriba, más allá de que el petróleo llegue a su punto más alto en el 2017. Y no es que el crudo no influya. De no haber repuntado, muy posiblemente estaríamos cerca de los 3.150 pesos, ante el entusiasmo de los inversionistas con el Tío Sam.