MARTES, 16 DE ABRIL DE 2024

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Ricardo Ávila
Editorial

Por encima de la marca

La probabilidad de que el barril de petróleo pase de los 60 dólares es la más elevada en años, gracias a la confluencia de diferentes factores.

Ricardo Ávila
Exdirector de Portafolio
POR:
Ricardo Ávila

Quienes le siguen la pista a los precios del petróleo han escuchado tantas veces que el barril de crudo llegará pronto a los 60 dólares –en el caso de la variedad Brent–, que una nueva afirmación en ese sentido tiende a ser recibida con gestos de incredulidad. Sin embargo, esta vez las probabilidades de llegar a ese punto simbólico son las más elevadas en más de dos años, por cuenta de la conjunción de una serie de factores de diverso orden.

Para comenzar, se encuentra el escenario geopolítico. Las tensiones en el norte de Iraq vienen al alza, debido a las intenciones de los kurdos de declarar su independencia, lo cual despierta la oposición no solo del gobierno en Bagdad, sino de Turquía. Debido a ello, el flujo de hidrocarburos por los oleoductos que atraviesan la zona se ha reducido, algo que empieza a sentirse en la oferta global.

De manera paralela, Donald Trump viene mostrándole los dientes a Irán desde hace meses. Aunque falta por verse que hará la Casa Blanca para distanciarse de la estrategia que puso en marcha Barack Obama, con el fin de poner en cintura a Teherán, es posible que una nueva oleada de sanciones apunte a limitar las exportaciones petroleras de la tierra de los ayatolás.

Por otra parte, hay que tener en cuenta la actitud de la Opep, que hace casi un año se puso de acuerdo para cerrar un poco la llave del suministro. Aunque uno que otro miembro del cartel ha hecho trampas a la hora de cumplir con su cuota respectiva, el pacto sirvió para darle un impulso a las cotizaciones cuyo promedio es 20 por ciento más alto que el del 2016.

No menos trascendentales son los reportes provenientes de Estados Unidos, que a punta de explotar hidrocarburos utilizando técnicas no convencionales logró subir su producción a más de nueve millones de barriles diarios. El uso del polémico fracking permitió que vastos yacimientos alcanzaran rendimientos que pocos creían posibles al comienzo del presente siglo, con lo cual variaron los fundamentales del mercado de combustibles.

Y aunque hasta hace poco, muchos auguraban un futuro promisorio para la actividad, ciertas señales empiezan a mostrar que la llamada revolución de las rocas de esquisto puede tener un límite. De un lado, las ganancias en productividad de los campos en operación parecen haberse estancado. Del otro, los días que se necesitan para perforar un pozo dan la impresión de que no podrán disminuir mucho más.

Todo lo anterior quiere decir que la reducción en costos que se proyectaba como inevitable habría tocado un piso. Esa situación hace más difícil justificar que explotaciones que están por debajo del punto de equilibrio, sigan. Los que saben del asunto señalan que debido a ello el capital disponible para nuevos proyectos es menor ahora, lo que se combina con el poco interés del sector financiero de asumir más riesgos.

Lo anterior no quiere decir que las condiciones actuales vayan a cambiar de la noche a la mañana. Esperar una bonanza en los precios de los hidrocarburos es ilusorio. Aun así, es factible que el barril supere dentro de poco la marca de los 60 dólares y mantenga una pendiente alcista, más allá de los altibajos del día a día.

En un escenario mucho más largo, los gurúes de la actividad sostienen que el recorte en inversiones, visto en tiempos recientes, acabará notándose en un menor suministro, más allá del 2020. Dicho de manera coloquial, los expertos recuerdan que todo lo que baja, acaba subiendo.

La pregunta para Colombia es si logrará aprovechar el viento a favor, no solo para que la economía mejore su ritmo, sino para que la exploración vuelva a ser importante. Y es que de poco sirve celebrar que las cotizaciones crezcan si nuestras reservas mantienen su tendencia a caer y el fantasma de la pérdida de la autosuficiencia toma cada vez más cuerpo.

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