Hubo una época no muy lejana en la cual Colombia aparecía en una buena clasificación dentro del informe que mide la facilidad de hacer negocios en una economía, el cual lleva el título de Doing Business y es elaborado por el Banco Mundial desde hace década y media. En el 2015, el país llegó a estar en el puesto 34 entre 190 naciones analizadas por la entidad multilateral, destacándose en el ámbito global por su capacidad de hacer mejoras.
Pero la época de los avances parece ser cosa del pasado, pues de un tiempo para acá mostramos estancamientos o retrocesos en las calificaciones. Como consecuencia de que los demás hacen la tarea, en el reporte del 2018 –que apareció ayer– caímos al lugar 59, lo que equivale a un descenso de seis posiciones frente a la medición precedente.
Antes de entrar a mirar las causas del bajón, vale la pena recordar que el trabajo en cuestión mide asuntos relacionados con regulaciones y procedimientos en 10 áreas que están atadas al ciclo teórico de vida de una empresa. Pasos que van desde constituir una sociedad hasta manejar una situación de insolvencia son analizados y comparados con casi la totalidad de las economías del planeta.
La lista es encabezada por Nueva Zelanda, seguida por Singapur, Dinamarca y Corea del Sur. Los países más ricos, usualmente, se encuentran en la parte de arriba de la tabla, aunque hay casos sorprendentes como los de Georgia que está de número ocho, o Macedonia, en el decimoprimer lugar. En lo que atañe a América Latina, México tiene el puesto 49, seguido por Chile y Perú.
Bajo ese punto de vista, la situación de Colombia no parece ser tan grave. Argentina, por ejemplo, está de 117 y cuenta con un sector privado vigoroso, además de haberse convertido de nuevo en un sitio atractivo para capitales extranjeros.
Sin embargo, sería un error cruzarse de brazos, ya que otros se están moviendo rápido. De tal manera, si antes estábamos entre aquellos sitios en los que era relativamente sencillo arrancar un negocio, ahora nos encontramos de 96 en la clasificación. Los procedimientos exigidos pasaron a ocho –dos más que el año pasado– y el número de días exigidos es once, cuando antes era de nueve.
Más inquietante todavía es lo que ocurre con los permisos de construcción, pues de una muestra a otra saltamos del puesto 34 al 81. Los trámites y tiempos aumentaron de manera sensible, lo cual afecta los costos de un proyecto.
Tampoco nos va bien en lo que corresponde a conectarse a la red eléctrica o al registro de propiedades, puntos que ya habían titilado en el tablero de control. El motivo en el primer acápite es que los cronogramas son largos, mientras en el segundo el papeleo requerido es ahora mayor.
No obstante, los asuntos verdaderamente críticos son tres. El primero está relacionado con comercio exterior, ya que tenemos el puesto 125 entre 190 economías. La causa es el número de documentos que se piden para exportar o importar, combinados con las horas que demanda el paso por la aduana.
Peor todavía es el asunto de pagar impuestos, en el que ocupamos el lugar 142, debido no solo porque es necesaria una docena de pagos anuales que demandan 239 horas de trabajo, sino por un gravamen del 69,8 por ciento de las utilidades. Para completar, hacer efectivo un contrato nos pone en el sótano de la tabla (posición 177), pues un proceso judicial demora 1.288 días en promedio.
La nota que recibimos no es peor gracias a que la obtención de un crédito es fácil, mientras que la protección de los inversionistas minoritarios o el manejo de una insolvencia funcionan aceptablemente. Pero el balance señala que no avanzamos en la dirección correcta, por lo cual debemos pellizcarnos si queremos que Colombia se consolide como un buen lugar para hacer negocios.