Así como para el campeonato mundial de fútbol se cruzaron infinidad de apuestas sobre los resultados de los partidos, bien valdría la pena organizar una porra que premie a quien adivine cuál será el promedio de la tasa de cambio durante el 2015 y cuál será su monto al finalizar el año.
Aunque la verdad es que ya está en curso una muy grande que todos están jugando, desde el Gobierno Nacional hasta el empresario más pequeño o el ciudadano corriente. Los resultados de sus decisiones de invertir, de fijar precios, de viajar, de comprar, y en general de todas las que impliquen un juicio económico, se verán afectados por la precisión de sus estimados respecto a esta tasa para el año que inicia.
Lo sorprendente es que, a pesar de la obvia necesidad de objetividad, la mayoría de los ‘expertos’ parecieran estar basando sus estimados en factores ajenos al país y no en sus realidades. Es así como se oye hablar de la fortaleza de la economía estadounidense, o de las decisiones de ‘la FED’ (el banco central de Estados Unidos), o de la desaceleración de la economía china, o de la geopolítica del petróleo, o de cualquier cosa que no tenga que ver con Colombia.
Es como si se quisiera llegar a la conclusión de que lo que suceda con nuestra tasa de cambio será fruto de un acto divino y no de factores relacionados con la realidad colombiana. Y, claro, en general se evita tocar el tema de nuestra balanza de pagos, cuando ésta realmente será su mayor determinante.
Lo cierto es que lo que está sucediendo ya se veía venir y nace de una balanza de pagos deficitaria. La brusca caída del precio del petróleo simplemente lo aceleró. Por veinte años, los fundamentalistas de la apertura delirante empujaron al país a un modelo cada vez más parecido al venezolano, con una dependencia gigantesca de nuestras exportaciones de hidrocarburos y minerales y un ataque sistemático contra nuestro sector productivo, y los resultados están a la vista.
En el 2013, el déficit de nuestra balanza de bienes y servicios, excluyendo minería y petróleo, fue 37 mil millones de dólares. Para los diez meses entre enero y octubre del 2014, Colombia acumulaba un déficit comercial total, incluyendo minería y petróleo, de 3.600 millones de dólares, ya superior al récord para doce meses desde que se empezó a llevar esa estadística en 1980. En esos diez meses, las importaciones colombianas habían crecido en 7,6 %, y las exportaciones habían caído un 1,3%, ¡sin que todavía se hubiera sentido el efecto de la caída del precio del petróleo!
El déficit acumulado en el año no ha sido publicado aún, pero sin duda excederá los $5 mil millones, pues a noviembre las exportaciones totales ya acumulaban una reducción de 5 %, ante la caída del 32% en ese mes en exportaciones de petróleo, carbón, níquel y otros minerales. Y para el 2015, con el impacto pleno de los nuevos precios del petróleo, con seguridad el déficit comercial total pasará lejos los 10 mil millones de dólares y quizás los quince mil.
Como además de que ese déficit es estructural, la inversión extranjera está cayendo y el fantasma de la devaluación espanta a los capitales golondrinas, las presiones para la devaluación serán muy grandes durante todo el año que empieza. Por eso, los $2.300 estimados en las cuentas de ministro de Hacienda para la tasa de cambio en el 2015 no tienen asidero. Si aspira a ganarse la porra deberá aumentar su apuesta en cientos de pesos.
Emilio Sardi
Empresario
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