El primero de marzo se publicó en EE. UU la versión en inglés del libro de Thomas Pickety, El capital en el siglo XXI. Había aparecido en francés el año anterior, y ha recibido amplios comentarios en la prensa especializada. Bruno Milanovic, del Banco Mundial, en su reseña, manifiesta que se trata de una publicación que marcará un punto de inflexión en el pensamiento económico.
El tema principal de investigación del autor es la relación entre el desarrollo económico y la concentración del ingreso. Apoyado en un vasto arsenal de datos estadísticos ha trazado una impresionante y erudita explicación acerca de la concentración de los ingresos en los principales países desarrollados: EE. UU., Japón, Alemania y Gran Bretaña. Pero su metodología de trabajo le ha permitido a Piketty y a sus coautores ocuparse también de algunas economías emergentes, como Colombia.
Piketty explica la tendencia a la concentración del ingreso como resultado de lo que él denomina la desigualdad fundamental, consistente en que la tasa de remuneración del capital tiende a ser mayor que la del crecimiento de la economía. Los ingresos del capital corresponden a las utilidades, dividendos, intereses y rentas, que por su propia naturaleza, están concentrados en los estratos más altos de la población. En la medida en que se presente esta divergencia, el tamaño de las riquezas heredadas crece más rápido que el producto y el ingreso total. La concentración del capital está llegando, según él, a niveles extremadamente altos, “incompatibles con los valores y principios meritocráticos y de justicia social, fundamentales en las sociedades democráticas modernas” (pág. 26).
Una de las grandes innovaciones metodológicas del trabajo de Piketty es la utilización de las declaraciones de impuestos como base de análisis. Como se sabe, las estadísticas normales sobre distribución del ingreso se han apoyado universalmente -Colombia no es una excepción- en las encuestas de hogares y en los cálculos del coeficiente de Gini hechos sobre ellas. Pero las encuestas de hogares tienen un problema: son muestras estadísticas, y los ricos son pocos. La probabilidad de que un rico salga seleccionado en la muestra, y que, además, acepte contestar, y si contesta, que informe la verdad sobre sus ingresos y su riqueza es casi insignificante.
¿Qué pasa en Colombia? Aún con la información de las encuestas de hogares, el país tiene un índice alto de concentración del ingreso, pero esta concentración está subestimada al utilizar cifras de ingresos reportados a las autoridades tributarias. Los datos sobre Colombia, en donde el 1% de la población con ingresos más altos tiene más del 20,45% del ingreso total entre el 2001 y el 2010, le permiten al autor reafirmar algo que ya sabíamos: que Colombia es una de las economías más desiguales entre los países que ha estudiado. Solo que las dimensiones de concentración son más grandes con la metodología que usada.
Facundo Alvarado y Juliana Londoño utilizaron la metodología del profesor Piketty para estudiar en detalle el caso colombiano, y señalan que en Colombia los ricos pagan muy pocos impuestos, como resultado de las bajas tasas existentes a los ingresos de capital, fenómeno generalizado como consecuencia de la competencia internacional por atraer capitales. Pero afirman que lo sobresaliente de Colombia son las tasas modestas de impuestos que pagan los más ricos. Por otra parte, señalan que las contribuciones a la seguridad social para los ultra-ricos son insignificantes: equivalen al 0,3% de su ingreso. Afirman, además, que la naturaleza de los alivios tributarios, que favorecen especialmente a los más ricos, hace que los impuestos sean regresivos.
Tarde o temprano, el Congreso y el Gobierno tendrán que reformular la estructura de los impuestos personales ligados al capital. Es apenas uno de los instrumentos para corregir las inequidades derivadas de la exagerada concentración del ingreso, como lo señala Piketty.
Francisco Azuero
Director Area de Finanzas, F. de Administración, U. de los Andes.