Mejores rentabilidades y una gestión profesional de los fondos privados de pensiones desde el momento de su creación, no ha sido más que una promesa incumplida.
En artículos de Portafolio publicados entre 1994 y 2000 consultables en el blog franciscobarnier.blogspot.com advertía si “sería que los fondos de pensiones privados y los organismos de control estaban esperando a que se nos pasara la vida y nos pensionáramos en la pobreza” dado los inconvenientes de la rentabilidad mínima con un coctel tóxico de altas tasas de interés nominales e inflación, pero inexistencia de una adecuada política de inversión.
En un artículo de 1994 se recomendaba que por lo menos 60% debía estar invertido en acciones y el resto en bonos de largo plazo. Para la época, el 95% de los afiliados tenía menos de 44 años y el 87% menos de 39, es decir que la gran mayoría contaba con 25 años a la vista para alcanzar su tiempo de pensión. Seis años más tarde (2000), de acuerdo con la Superbancaria, apenas 2,9% se invertía en acciones y 89% en renta fija.
Los Fondos aducían limitaciones impuestas por el regulador, pero no tomaban la iniciativa de cambiar la normatividad, como tampoco Asofondos. Esta manguala con provecho permitía que los recursos sagrados de las pensiones de los colombianos afiliados financiaran al Gobierno a través de títulos de tesorería, a costa de su rentabilidad y futura pensión, en tanto los fondos no veían afectadas su utilidades con altísimas comisiones.
En ‘Determinantes del rendimiento de portafolios’ (Financial Analysts Journal, 1986), de Brinson, Hood y Beerbower, sobre rendimientos de los fondos de pensiones estadounidenses, se demostró que casi el 94% de la variación en la rentabilidad a lo largo del tiempo se explica por la decisión de política de inversión. En términos simples, esto indica que, normalmente, la mayoría del rendimiento de los portafolios puede ser explicada por las decisiones de asignación de activos entre acciones y bonos, y no por la selección de momento o la escogencia de títulos individuales.
La desagradable sorpresa de las mesadas obtenidas está generando un malestar sin precedentes cuando apenas los primeros afiliados comienzan a pensionarse. Los Fondos jamás imaginaron las profundas consecuencias financieras para sus afilados. Además, existe riesgo potencial de incumplimiento de las obligaciones fiduciarias frente a la confianza depositada por ahorradores que confiaron recursos a entidades vigiladas, profesionales en la gestión de fondos. Por ejemplo la ley federal de Estados Unidos que gobierna estos fondos (ERISA) hizo claridad desde los 90 acerca de que el foco primario de prudencia se debe centrar en las características del portafolio completo o asignación de activos.
El informe Global Pensions Funds de PwC (2017) muestra que la tendencia global en la mezcla de activos presenta una participación aún mayor de las acciones, incluyendo inversiones alternativas frente a los bonos, una regulación más flexible donde puede existir algunos límites y una mejor gobernanza corporativa. Finalmente, es aconsejable modificar la regulación establecida desde el 2011 para los portafolios de ciclos de vida, hacia una norma de desmonte gradual de las inversiones al acercarse el vencimiento del horizonte del afiliado según las circunstancias del mercado.
Francisco Barnier González
Consultor financiero
fbarnier@gmail.com