Trump defiende a Putin y exonera a Rusia por la intervención en la campaña presidencial de Estados Unidos; 24 horas después se retracta parcialmente: “pudo ser Rusia”, pero también cualquier otro. China felicita el acercamiento entre las dos otras potencias globales. Es la nueva triada del poder económico global.
Mientras tanto, el señor Trump trata a la gran Europa como país en desarrollo, regaña en su casa a la Primera Ministra de Gran Bretaña, quien no sabe qué hacer con la papa caliente del brexit, y en la Otan reina el desconcierto después de su reunión de este mes. El emperador Trump camina por delante de la reina. No se equivoquen es un gesto de poder y de soberbia, no de simple descortesía.
En lo interno, parece ser que Trump quiere convertir a Estados Unidos en un país sin equilibrio de poderes, controlando la Corte Suprema de Justicia de ese país y las dos cámaras del Congreso. Lo interesante será que la campaña de la oposición se basará en la afirmación que no se podrá votar por ese individuo que quiere convertir a Estados Unidos en la Rusia de Putin. ¿Quiere ser como Rusia? ¿Les recuerda algo?
Pero, lo deprimente es cómo el mundo cae en la verdadera trampa de pretender ser los ‘mejores amigos del emperador’: la del bilateralismo. La mayoría de los países se convierten en cortesanos y ruegan tratamientos diferenciales frente a las medidas draconianas del imperio. Se olvidan que frente al poder no es conveniente arrodillarse, sin darnos cuenta, terminamos limpiándoles los zapatos.
El gran riesgo que se corre, debilitar definitivamente el equilibrio global logrado a mediados del siglo XX. Trump ha logrado debilitar económicamente el sistema multilateral de las Naciones Unidas y especialmente las instituciones y acuerdos que han obtenido importantes avances frente al calentamiento global y en defensa del desarrollo sostenible y, de otra parte, la defensa de la aplicación de la carta universal de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario.
A la Organización Mundial del Comercio la ha convertido, en el ‘rey de burlas’ de las instituciones multilaterales con sus medidas proteccionistas, con el cierre de su economía, con la declaración de una guerra comercial. Es volver al pasado, eso sí manteniendo la inequidad en la seguridad jurídica para la inversión y la propiedad intelectual, sin normas de competencia que eviten posiciones dominantes de mercado, por ejemplo: de parte de las multinacionales farmacéuticas y agroquímicas.
El Fondo Monetario Internacional, garante del pensamiento único y del liberalismo económico, nada dice de la contradictoria política económica norteamericana. Sin embargo, lo cierto es que frente al comportamiento de su principal accionista y su impotencia, ha perdido credibilidad en sus pretensiones de como autoridad mundial, tratar de imponer sus recetarios.
Los que no somos proteccionistas ni nacional-socialistas, creemos que se debe fortalecer el multilateralismo y que los países en desarrollo solamente pueden elevar sus voces, si levantan unidas en ese marco internacional. El verdadero riesgo frente a la ‘megalomanía y la locura’ del emperador, es destruir definitivamente los avances multilaterales y caer en la ‘trampa del bilateralismo’.