Hace pocas semanas, la escuela de negocios Saïd de Oxford publicó una fuerte crítica de las proyecciones que se hacen sobre costos, tiempos y beneficios de proyectos.
“La mayoría de quienes hacen proyecciones son tontos o mentirosos”, así fueron los términos utilizados.
Algo que vale tomar en cuenta cuando el presidente Santos impulsa fuertes incrementos en la inversión pública, particularmente en infraestructura.
La crítica se sustenta en evidencia que Bent Flyvbjerg ha recogido durante años. Consistentemente, Flyvbjerg ha encontrado que en los países desarrollados son comunes sobrecostos altos en los proyectos, retrasos en su entrega e impactos menores de los que se esperaban, realidades no desconocidas a nosotros.
¿Cómo es esto posible si hace años contamos con métodos de análisis costo-beneficio y técnicas de gerencia de proyectos para diseñarlos adecuadamente? Flyvbjerg encontró dos fuentes para estas imprecisiones; una puede ser tratada con métodos y la otra requiere actuar sobre los incentivos.
La primera fuente es la tendencia del juicio humano al optimismo debido al exceso de confianza y la falta de atención a la información de distribución –el contexto en el que adquieren sentido los datos, que se refiere, en este caso, a proyectos comparables al que se analiza–.
Esa tendencia fue demostrada hace más de 30 años por Kahneman y Tversky (Kahneman ganó el Nobel de Economía por estos trabajos en el 2002).
Alimentamos nuestras proyecciones con lo que Flyvbjerg llama “una mirada interna”: estimaciones basadas en nuestros cálculos sobre los tiempos y costos que en este caso pueden requerirse, y los beneficios que en este caso pueden lograrse.
Ahí se deja en un lugar secundario la información distribucional.
Por eso, lo que se requiere es una mirada “externa”, que haga el análisis a partir de la información sobre costos, tiempos y beneficios para todas las iniciativas similares, para las que se pueda reunir información –como saben los estadísticos, mientras más robusta la muestra menor el margen de error–.
Esa mirada externa la aplica Flyvbjerg en su método Reference Class Forecasting, que ha sido adoptado por varias entidades gubernamentales en el Reino Unido y EE. UU.
En una descripción muy simple, implica tres pasos: 1. Identificar una clase de referencia de proyectos pasados similares (mientras más, mejor)
2. Establecer una distribución de probabilidad para la clase de referencia 3. Comparar el producto específico con la clase de referencia.
El segundo tipo de problema se presenta cuando el análisis es intencionalmente erróneo: cuando hay (como muchas veces) un interés en conseguir los fondos para X iniciativa, y el análisis es deliberadamente optimista sobre ella. Ahí entran a jugar los incentivos: Flyvbjerg ha sugerido que en ciertos casos se justifican penas de cárcel para quienes generan análisis distorsionados.
Sería buena idea que, antes de que lo haga la Contraloría, los ministerios, las secretarías y el DNP adoptasen el Reference Class Forecasting o algún método similar para sus evaluaciones ex ante de proyectos de inversión.
Y sería buena idea incrementar mucho el costo que los analistas deben pagar por manipular sus análisis.
Gustavo Valdivieso
Profesor U. Externado