En el 2015, el 20,2 por ciento de la población colombiana vivía bajo condiciones de pobreza multidimensional; esta cifra se redujo al 17,8 por ciento para el 2016, lo que traduce que, aproximadamente, entre 8,5 y 9 millones de colombianos no cuentan con condiciones de calidad de vida óptimas, lo cual nos plantea un reto para reducir la pobreza que aqueja a nuestra sociedad.
Si a esta situación le añadimos que Colombia es un país que cuenta todavía con una alta desigualdad –coeficiente de Gini: 0,517 en el2016, comparado con países como Noruega e Islandia cuyo índice de Gini no supera el 0,252–, tenemos unas condiciones que demandan un gran esfuerzo por parte de todos los agentes que participan en la construcción de un mejor país. Esta realidad nos lleva a reflexionar sobre la necesidad de desarrollar, cada vez más, proyectos privados que generen valor agregado y que, además, tengan un tinte social relevante.
La innovación social es una salida para que problemas que persisten dentro de las comunidades encuentren solución, mediante nuevas ideas y métodos no tradicionales. Si bien el gobierno puede ser una fuente importante de planes de innovación social, se hace necesario que la misma población, a través de organizaciones privadas, ofrezca sus ideas, habilidades, recursos y herramientas para aportar al mejoramiento de las condiciones de vida de la población en general.
Las cifras de pobreza multidimensional reflejan que en Colombia existen brechas muy marcadas en temas vitales como salud, educación y calidad de vida. Adicionalmente, las condiciones medioambientales han desmejorado en los últimos años, afectando, en mayor medida, a poblaciones que se encuentran en riesgo. Es por ello que debemos plantear estrategias desde diferentes ámbitos, que permitan que el desarrollo de los proyectos de innovación social tenga el efecto esperado y mejore la calidad de vida de nuestros compatriotas.
Existen ciertos aspectos que se deben fomentar como incentivos, promociones y alianzas, con el fin de favorecer que la innovación social alcance su cometido de lograr acciones concretas, en las cuales los proyectos impacten a toda la población, incluyendo al gobierno, y de esta manera no se esfumen grandes esfuerzos y buenas ideas.
Como punto de partida, tenemos que asumir que la formulación de los proyectos de innovación social recae en toda la población. Premiar y resaltar estas iniciativas se convierte en una ganancia adicional. No se trata de participar en estas solamente para recibir un reconocimiento, sino de se trata de visibilizarlas para mostrar que existen personas dispuestas a trabajar para construir un mejor mundo. Un ejemplo de esto lo pudimos ver este año en la entrega de los premios VIVA, que son otorgados por una organización sin ánimo de lucro, encargada de premiar empresas emprendedoras e innovadoras que generan impacto positivo en América Latina. Este año varias empresas colombianas estuvieron dentro de las ganadoras.
En cuanto a la promoción, es importante que este tipo de emprendimientos e innovaciones no sean proyectos aislados; su impacto positivo sobre la población tendrá un mayor alcance entre más se conozca de ellos. De igual manera, una mayor promoción permite movilizar más recursos y más actores que deseen aportar sus conocimientos para el éxito de los proyectos. La innovación social no debe ser un proyecto aislado y para evitar que así sea, se deben promover espacios que permitan la publicación de los proyectos, así como la socialización e identificación de problemas reales.
Finalmente, la creación de alianzas se desprende directamente de las actividades de promoción; con el sector público son necesarias si se desea un efecto más amplio a nivel nacional y entre diferentes actores del sector privado permiten mayores beneficios, pues generan consistencia, cobertura y mayores oportunidades.
La innovación social nos permite transformar la realidad, fortalecerla en nuestro país, es una opción que no debe dejarse de lado, principalmente en este momento en el que se intenta dejar atrás muchos años de conflicto y en él nos queda por delante un sinnúmero de desafíos que resolver para convertirnos en una sociedad más equitativa.
Henry Bradford Sicard
Rector del Cesa.