Si analizamos el comercio internacional en el siglo XX, notamos que este se compone de productos básicos o de aquellos diseñados y fabricados en el país de origen; se fundamentan en un enfoque sectorial en el que, con ciertas excepciones, la cadena de valor era mayoritariamente nacional y el producto exportado es un bien final.
Hoy, tenemos una situación diferente.
Encontramos que el flujo internacional de productos intermedios ya supera el de bienes y servicios finales, que el comercio exterior de productos de una misma industria es cada vez mayor.
Ya no hablamos, para muchas actividades, de un sector o cluster nacional, sino de eslabones de una cadena que se desarrollan en múltiples localizaciones geográficas; un proceso en el que cada país se especializa en lo que es más competitivo, ya sea el diseño, la producción de partes, el ensamble, el mercadeo, el servicio posventa, o la investigación y el desarrollo detrás del proceso.
Estamos hablando de las cadenas globales de valor (CGV). Hay muchos casos de estas en el mundo, en especial en sectores de alta complejidad.
El iPod es un buen ejemplo: el disco duro es producido en Japón (32% del valor agregado); la memoria, en Corea (1%); los procesadores (4%) y el diseño (27%), en EE. UU.; las baterías, en diversos países (11%); el ensamble, en China (2%), y la distribución, en todo el mundo (23%).
En Colombia, con el acceso preferencial que hemos logrado con los TLC, se han abierto grandes oportunidades de incursionar en CGV. Por ejemplo, en calzado, confecciones, metalmecánica, petroquímica, servicios tercerizados o investigación y desarrollo. Pero queda mucho por hacer.
Para ser competitivas, las empresas deben poder vender sus productos –bienes finales o intermedios– con acceso preferencial en los mercados internacionales y, también, comprar sus insumos al postor más competitivo, ya sea local o extranjero.
Esto es abrir una puerta a las cadenas globales de valor.
Por ello, el esfuerzo hecho con la aplicación de los TLC y la reforma arancelaria para eliminar sesgos en contra de las exportaciones reduciendo los aranceles de los bienes intermedios y de la maquinaria y equipo son pasos fundamentales.
También lo fue la reducción de aranceles a los bienes finales para evitar aumentos en la protección efectiva que reducen la competitividad internacional de los productos.
Pero el esfuerzo no para aquí, hay que abrir otras puertas. Necesitamos: (i) identificar oportunidades para Colombia en las CGV, (ii) entablar contactos con las empresas líderes de estas dinámicas, (iii) poner en marcha sistemas de información para que empresas colombianas tengan acceso a compradores y proveedores especializados en el mundo, (iv) ofrecer acompañamiento en el cumplimiento de requisitos de origen y calidad, y (v) desarrollar esquemas de información para dar mayor visibilidad a nuestros proveedores en el mundo.
Esto implica un esfuerzo conjunto del Gobierno y el sector privado.
La globalización es una fuerza que crece todos los días, que evoluciona y cambia de forma con el tiempo.
Es un cuerpo en movimiento que trae siempre nuevos desafíos, pero también nuevas oportunidades. La incursión en CGV es una de estas nuevas oportunidades que Colombia debe aprovechar.
Hernando José Gómez Restrepo
Director Oficina de Aprovechamiento del TLC