Coincidiendo con el Mundial de Rusia, la Ocde trae en su ‘observer’ un interesante artículo sobre los costos de organización de eventos deportivos con alcance mundial, como la Copa Mundo y los Juegos Olímpicos, encabezado con un sugestivo titular: ‘Cómo evitar que tres semanas de fiesta se conviertan en 30 años de deuda’. Agrega que la realización de estos eventos puede dejar enormes beneficios económicos y sociales, pero también costosas cicatrices, por lo cual, en medio de la gran euforia reinante, alguien debe pensar un poco más allá.
Añade que organizar eventos de esta naturaleza es una tarea enorme, como bien lo saben la Fifa, la Ocde, y los votantes del Cantón de Valais, en Suiza. Se refiere a que, no obstante este país alberga al Comité Olímpico Internacional, los ciudadanos de Valais negaron la postulación para celebrar los Juegos de Invierno, utilizando el lema: “Tres semanas de fiesta, treinta años de deuda”. Similares razones llevaron a Boston a renunciar a la postulación para los Olímpicos del 2024.
Viene al caso recordar, que gracias al trabajo de Alfonso Senior, nuestro país pudo organizar el Mundial de Fútbol en 1986, idea que el gobierno del presidente Betancur desechó, precisamente por los enormes costos y los dudosos dividendos de esa empresa. Para la Ocde, uno de los principales problemas es el costo, que no es menor y con tendencia a crecer, como demuestra la experiencia. Los Olímpicos y Paralímpicos de Río, presupuestados en 400 mil y 17 mil millones de dólares, respectivamente, costaron 2 mil y 29 mil millones. El presupuesto del Mundial de Rusia, ya superado, de 11 mil ochocientos millones, se estima que alcanzará los 14 mil doscientos millones, convirtiéndose en el más caro de la historia, aunque nada comparable con los 50 mil millones de los Olímpicos de Invierno de Sochi, o los Olímpicos de Beijing. Estas cifras desvanecen las esperanzas de muchos países para organizar este tipo de eventos.
Por fortuna, nuestro deporte ha mejorado significativamente en los últimos años; en Brasil 2014 y en Moscú 2018, mostramos grandes avances en fútbol. En los Juegos Olímpicos pasamos de dos medallas en Atenas 2004 y Pekín 2008 a ocho en Londres 2012, incluyendo una de oro; en Río 2016 ganamos ocho medallas incluyendo tres doradas. A nivel regional, en los Juegos Panamericanos pasamos de 43 medallas obtenidas en Río 2007, incluyendo 14 de oro, a 84 en Guadalajara 2011 y 72 en Toronto 2015, incluyendo 24 y 27 doradas, respectivamente. En los Juegos Suramericanos empezamos con un modesto 8° lugar en 1982, mientras en las últimas tres ediciones nuestro país solo ha sido superado por Brasil en el 2014, porque nuestros deportistas ganaron los juegos de 2010 y 2018, celebrados en Medellín y en Cochabamba, respectivamente. Además, ahora tenemos figuras de talla mundial, como Caterine Ibargüen, Jossimar Calvo, Mariana Pajón o Sara López, además de un equipo imbatible de patinaje sobre ruedas y muchos ciclistas que brillan en Europa.
Sin lugar a dudas, el impulso decidido de los gobiernos recientes ha sido fundamental para todos estos logros: entre el 2011 y el 2017 casi triplicaron el presupuesto de Coldeportes.