Los empresarios deberían recordar que un cambio súbito en los objetivos de una firma puede producir consecuencias inesperadas y graves en una organización: por ejemplo, cuando se transformó la trayectoria de la reforma agraria de Lleras Restrepo y de repente, en Chicoral, se dio el cambiazo.
Desde ese entonces, el país se detuvo varias décadas en su desarrollo agrícola.
Todo aquello se debe tener presente a raíz de las declaraciones de la señora Mirta Roses Periago, directora de la Oficina Panamericana de la Salud (OPS), a Carlos Francisco Hernández, asesor médico de El Tiempo, respecto al sistema de salud en Colombia: el cambiazo del enfoque, al pasar el sistema de ser una política de interés social a convertirse en un modelo financiero trastocó las regulaciones y la vigilancia que, entre otras cosas, debía ejercer escrupulosamente la Superintendencia del ramo menos preparada en finanzas que en salud.
Este es uno de los efectos irracionales de la economía neoliberal, tolerada sin objeciones y dejada en las manos invisibles del mercado, sobre todo en un Estado débil como el nuestro que debe cuidar de cerca los permanentes embates hacia la inequidad.
La llamada autorregulación del mercado, con el crecimiento desorbitado de los subsidios, enfermó al sistema de salud como parece decir la señora Roses. Y añade, “aquí faltó Estado”, el cual, además, carece de un buen sistema de información, de óptimos recursos humanos y de reglas claras.
Este de la OPS es uno de los más serios diagnósticos sobre el sistema de salud que nos han llegado.
El conocimiento del tema es penetrante, al punto que ella examina y revisa los recursos humanos (no hay personal especializado, “la mayoría es de contrato, la rotación es alta y no se tienen adecuados desempeños”); alude a los problemas de calidad; y amonesta a las universidades (“poca capacidad de trabajo en equipo y acciones públicas”), para concluir que la gran cadena de intermediarios creados por el Gobierno debilitó un sistema que debería funcionar tan bien como “un cajero automático”, sin demasiados obstáculos y normas.
Si bien se suele valorar con entusiasmo la cobertura del sistema de salud, así como en la educación, existe una condición de eficiencia social que consiste en hacer mayores esfuerzos en la calidad que en la cantidad.
Son estos dos sectores sociales las verdaderas locomotoras de un país que debe proyectarse muchos años adelante, porque con ellos se piensa más en toda la población que en los recursos financieros que nutren un sector económico específico, pero demasiado poderoso.
A nivel latinoamericano, y de nuevo en palabras de la ejecutiva argentina, se sabe que en Colombia se manejan recursos económicos muy importantes, pero los resultados en salud “no se compadecen con ese monto”.
Por lo tanto, su recomendación consiste en hacer una evaluación muy al detalle para “adecuar las piezas que no encajan y fabricar las que están haciendo falta”. Creo que con esas palabras tan sencillas nos están diciendo desde afuera que vamos bien, pero que debemos esforzarnos más.
cil de lograr.