En las consultorías que hacemos en la empresa en la que trabajo, incluimos clientes ‘probono’ para apoyar proyectos que consideramos particularmente relevantes. Este es el caso de la Fundación Manos Visibles –que lidera la exministra de Cultura Paula Moreno–, que se enfoca en desarrollar programas que promueven la inclusión de jóvenes y mujeres afrodescendientes y de otras minorías étnicas en el país.
En tres años de funcionamiento, Manos Visibles ha apoyado, entre otras iniciativas, a 35 mujeres líderes afro en Cartagena y ha puesto en macha el Fondo Juventud y Construcción de Paz, que con el BBVA permite que 11 jóvenes provenientes de entornos urbanos violentos en Cali y Medellín obtengan becas para estudios superiores.
Buscando tener un efecto más amplio, Manos Visibles lanzó el programa Poder Pacífico, que busca fomentar una mayor conciencia sobre esta región del país y, ante todo, promover el surgimiento de liderazgos regionales que permitan que esta zona salga del atraso social y económico perpetuo en el que ha estado.
En sus primeros meses y con la ayuda de la Fundación Ford, el Icesi y la Universidad Eafit, Poder Pacífico ha logrado becar a 63 profesionales –de trayectoria laboral reconocida en pro del desarrollo de Quibdó y Buenaventura– a una Maestría en Gobierno. Para esta convocatoria, Manos Visibles recibió más de 700 aplicaciones, lo que demostró que habían tocado un tema maduro para explotar.
Poder Pacífico tiene otros dos frentes de acción, que son los talleres Conexión Pacífico y la Escuela de Alto Gobierno, que con la Esap, la Fundación Ford y la Universidad Javeriana de Cali están permitiendo a 62 participantes del Pacífico obtener conocimientos y experiencias para impulsar un liderazgo político en la región.
Ahora que con la muerte de Nelson Mandela se está recordando cómo este líder surafricano logró cambiar un modelo político excluyente y racista, sería importante que iniciativas como las de Manos Visibles recibieran mayor atención en el entorno nacional y que individualmente nos preguntemos si aplicamos las enseñanzas de Mandela que decimos admirar.
El clasismo y el racismo están tan enraizados en nuestra sociedad, que ni siquiera hay real conciencia, y menos un debate alrededor de estos problemas. Cada tanto un suceso pone el tema sobre el tapete, pero después de que todos nos aterramos de la insensibilidad de los demás o nos damos golpes en la espalda al copiar las frases de Mandela en el muro de Facebook, seguimos por nuestras vidas sin pensar en que constantemente reafirmamos esas divisiones que hacen que Colombia sea casi una sociedad de castas.
Las lecciones de Mandela deben servir para más que eso. Es el momento para mirarnos al espejo y entender la responsabilidad conjunta que tenemos para crear una sociedad un poco más justa y tolerante, y, ante todo, más preparada para un potencial acuerdo de paz que requerirá generosidad de espíritu de todos los colombianos para lograr la inclusión, la tolerancia y la reconciliación nacional.
Johanna Peters
Consultora en comunicaciones
Johanna.peters@fticonsulting.com