Siempre se ha creído que uno de los efectos negativos de la menor dinámica económica es el aumento del desempleo, pero está ocurriendo algo que lo contradice, y es más preocupante. Parece que es posible que la actividad económica se torne lenta y decreciente y el desempleo, contrario a aumentar, disminuya; incluso con el consecuente incremento de la ocupación, lo cual refuta aquella creencia.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT), en su informe sobre perspectivas sociales y del empleo 2015, titulada: ‘El empleo en plena mutación’, considera que la relación de dependencia de los trabajadores frente a sus empleadores, mediada por un salario, una estabilidad laboral y unos contratos de tiempo completo son cada vez menos frecuentes, quizá por el aumento del trabajo por cuenta propia o independiente.
En Colombia, la tasa de ocupación en el 2001 fue 53 por ciento en promedio mensual, mientras que en el 2015 fue 59 por ciento. Entretanto, el desempleo en el 2001 era del 15 por ciento y en el 2015 fue 8,9 por ciento. Esto demuestra que el desempleo en los últimos 15 años ha disminuido y la ocupación ha aumentado. Dicho aumento a nivel nacional se explica, en buena parte, por el incremento del trabajo por cuenta propia, el cual en el 2001 representaba en promedio el 41 por ciento del total de ocupados, y en el 2015 representó el 42,5 por ciento, lo que significa cerca de nueve millones trescientos mil trabajadores independientes, mientras que en el 2001 eran tres millones menos.
En el país se han aprobado unas reformas laborales que han flexibilizado la contratación, lo que a permitido que las empresas –públicas y privadas– recurran a la figura de la prestación de servicios como una ruta para bajar costos, pero exponiendo al trabajador a una precariedad laboral al tener que asumir el pago de la seguridad social, la imposibilidad del disfrute de vacaciones y la dificultad para hacer planeaciones de largo plazo como la compra de vivienda, estudios, viajes, entre otros, dejándolo desprotegido y empujándolo hacia la pobreza.
Ante la incapacidad de crearse empleos formales o decentes se ha optado por este camino empobrecedor y precario, haciéndole creer a los desempleados que pueden trabajar desde su casa, vender productos en horarios irregulares y manejar su tiempo y su carro, sin incitarlos a preguntarse: ¿quién me contrata?, ¿quién paga el salario al que tengo derecho?, ¿quién paga la seguridad social?, ¿quién pone los insumos para desarrollar la actividad?, ¿quién paga la incapacidad laboral en caso de presentarse?, ¿qué impuestos paga la empresa que represento? Este modelo no reconoce los derechos de los trabajadores, empobrece y promueve la informalidad y la precariedad laboral. Aquí se inscriben las empresas de venta directa (catálogo), los contratistas del Estado, o Uber, entre muchas otras.
Jorge Coronel López
Economista y docente universitario
jcoronel2003@yahoo.es
cOLUMNISTA
Trabajo independiente = precariedad
y pobreza
Se ha creído que uno de los efectos negativos de la menor dinámica económica es el aumento del desempleo, pero está ocurriendo algo que lo contradice.
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