El criminal atentado contra el deporte ocurrido en la famosa maratón de Boston es prueba fehaciente de que sí estamos viviendo en un mundo enloquecido por el odio, la codicia y la sin razón, o, como diría Huntington, ante un choque inminente de civilizaciones.
Ciertamente, bastó la explosión de una olla exprés o una bomba casera para demostrarnos la vulnerabilidad de Occidente con el ‘miedo’ cogobernándonos.
Coincidencialmente, mientras sucedía este monstruoso episodio terrorista, estábamos deleitándonos con la lectura en reedición del libro Globalización (Editorial Planeta), del cuestionado e imaginativo George Soros invitándonos a no perder la oportunidad histórica de matricularnos como seguidores de Karl Popper, es decir, nada menos que de quien es, según Guy Sorman, “el más grande filosofo contemporáneo”.
Soros oxigena el debate sobre el terrorismo con una serie de planteamientos dirigidos a ganarles la batalla al fundamentalismo de mercado y al llamado por algunos ‘realismo geopolítico’.
Un texto que tiene el mérito de descorrer los velos, sin temor, a excomuniones necias, ahora que algunos intentan poner de moda la frase perversa “o están con nosotros o están con el terrorismo”.
Es la teoría de la ‘refutación’ según la cual la gestión del sabio debe consistir no en demostrar lo fundamentado de una teoría, sino en tratar de destruirla y probar su falsedad.
Vale recordar que López Michelsen recababa en la urgencia, novedosa para muchos, de proyectar el terrorismo no como noticia destinada a escandalizar y aumentar el rating, sino como una nueva ‘ciencia’ que obliga a ser analizada y desarrollada con más profundidad, visión y realismo, si lo que se pretende son resultados positivos y de manera mancumanada.
Soros se respalda éticamente en una conducta personal, nada normal, entre el gremio de los multimillonarios, por ejemplo, haber invertido cerca de 5.000 millones de dólares de su propio bolsillo para la creación de fundaciones destinadas a promover el desarrollo de la sociedad civil, que hoy cuenta con una red mundial con sedes en más de 50 países.
Gracias a sus colaboradores ha llegado a decisiones muy firmes como afiliarse, sin reparos, en la escuela de Popper y sostener con él “que lo que no es refutable tiene que ver con la magia y la mística”, y que “el desarrollo de la economía real nada tiene que ver con la ciencia económica”.
Y, además, “que no es suficiente hacerle la guerra al terrorismo, la gente también necesita tener una visión global de un mundo mejor”.
Adenda: según Anouilh: “todas las guerras son santas. Os desafío a que encontréis un beligerante que no crea tener el cielo de su parte.
Jorge Mario Eastman
Exministro delegatario y exembajador en EE. UU.
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