Colombia no se va a acabar. No importa qué pase en las próximas elecciones, si castigamos a los corruptos, o si siguen robándose el producto del trabajo de todos. Lo que se puede acabar son las condiciones en las que vivimos hoy aquí. Como el medioambiente: el planeta no se acaba. No importa si negamos el calentamiento global o si caemos en guerra nuclear. Lo que la humanidad puede acabar son las condiciones del planeta que nos permiten sobrevivir en él. No existiríamos aquí, pero la Tierra no se acabará.
También en Colombia, lo que puede desaparecer son las condiciones en las que hoy vivimos: la creación de riqueza, que al no existir tampoco se distribuiría; la libertad de expresión; la democracia liberal. Pueden aumentar el hambre y las enfermedades, quebrar los hospitales y escasear las medicinas. En esas condiciones, unos padecerían hambre y enfermedad y los más afortunados llorarían la pérdida en el exilio.
Es importante reconocer que mientras luchamos contra el calentamiento global hay millones de personas que hoy viven en el planeta en situación de miseria, para quienes el calentamiento futuro de la Tierra es irrelevante frente al hambre y la enfermedad. Si pudieran escoger entre utilizar los recursos para reducir gases de invernadero o conseguir agua y alimentos sanos para sus familias, no dudarían al respecto.
Como también es necesario reconocer que mientras la economía crece y millones de colombianos vivimos en la modernidad, otros millones padecen de condiciones desesperantes. Si estos pudieran escoger entre la sanidad del sistema a largo plazo o la promesa de solución de sus problemas de hoy, tampoco tendrían dudas. Elección que puede llevar a un sistema a que prometa soluciones fáciles, pese a que la historia (que no han tenido oportunidad de estudiar) demuestra que los va a perjudicar.
La carga de la defensa del planeta está en los más ilustrados, científicos y dirigentes que tengan, y no rechacen, el conocimiento. Pero fracasará si no se resuelven por el camino los problemas de hoy. La carga de la defensa de esa Colombia que queremos también está en los más educados y beneficiados por el sistema. Si no promovemos cambios que eliminen la corrupción, seguiremos perdiendo el grueso de los recursos que generamos. Si nuestras acciones no apuntan a la eliminación de la inequidad y la miseria, quienes hoy vivimos medianamente bien en Colombia perderemos libertad y bienestar.
En un país donde la mayoría de las personas económicamente activas somos emprendedores (pequeños, micro o grandes) o trabajamos en compañías, esos ‘ciudadanos empresarios’ somos miembros esenciales de la ‘sociedad civil’. Debemos asumir nuestras responsabilidades y nuestro derecho a defender las condiciones que nos permiten vivir en libertad y trabajando por el bien común en este rincón del planeta. Pasemos de las quejas a la acción. Porque quienes, como los ambientalistas extremos, abrazados a un árbol para impedir una carretera, se abrazan a los excluidos para promover ‘cambios de régimen’, sí están muy activos, muy organizados y muy bien financiados.
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Colombia no se acaba
La carga de la defensa de esa Colombia que queremos también está en los más educados y beneficiados por el sistema.
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León Teicher
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