El relativismo moral gobierna la conducta de algunos colombianos. Hace dos semanas, muchos se regocijaban y anunciaban una nueva etapa en Colombia por cuenta del ‘No’ de la consulta en Cajamarca a las actividades de minería en este pueblo (“día histórico para la protección de los derechos e intereses del pueblo”).
La alegría reinaba no solo entre quienes genuinamente quieren profundizar la participación regional, sino, y principalmente, entre ambientalistas extremos (no todos los ambientalistas lo somos) y políticos de izquierda que se apoderan de toda causa que canalice simpatías y votos. “Cajamarca votó masivamente”, decían algunos titulares.
Veamos los números: 6.165 personas dijeron ‘No’, mientras que solo 76 dieron el ‘Sí’. Ese censo electoral es de 16.312 personas, o sea que la abstención fue el 61,4 por ciento. El voto ganador lo depositó el 37,8 por ciento. Con ese resultado se considera ‘abrumadora’ la ‘victoria del pueblo’ y se anuncia a todos los vientos que 6.165 (¡seis mil y pico!) personas han cambiado el destino económico y social de los casi 50 millones de colombianos.
Comparemos esa posición con la de similares grupos frente a los resultados del ‘No’ al plebiscito sobre el acuerdo de paz con las Farc, en octubre del 2016. En esa ocasión votaron 12’788.374 personas y el ‘No’ obtuvo el 50,23 por ciento de los votos (6’424.385 votos, ¡seis millones y pico!)) contra el 49,76 por ciento (6’363.989) de los del ‘Sí’.
Dado que había 34’899.945 de colombianos habilitados para votar, la abstención fue del 63,3 por ciento, casi exactamente el mismo porcentaje que en Cajamarca. Pero, aunque la diferencia de votos a favor del ‘No’ en ese caso fue de 60.396 personas, 10 veces más que el total de votos del ‘No’ en Cajamarca, en esa ocasión los grupos que hoy pregonan el gigantesco impacto de la consulta de Cajamarca sobre el país entero, decían que las mayorías del ‘No’ eran demasiado precarias, que la gran abstención fue la causante de esa diferencia y que ese ‘No’ carecía de legitimidad. Amén de que todos los que votaron por el ‘No’ en esa consulta popular eran “ignorantes, cavernícolas y enemigos de la paz”.
Yo, que anuncié mi voto por el ‘Sí’ en octubre y que hubiera votado ‘Sí’ en Cajamarca, me pregunto: ¿no es no, o depende?
De otra parte, la Corte Constitucional consistentemente exige diálogo y concertación con los gobiernos y comunidades locales. Pero se niega, sistemáticamente, a tener diálogo y concertación con la rama Ejecutiva y con las empresas para escuchar su punto de vista. Como si en estas compañías no trabajaran cientos de miles de colombianos, o estos tuviesen menos derechos que los 6.165 cajamarqueños.
¿Diálogo es diálogo, o depende? Tiene razón mi tocayo León Valencia, al plantear en su columna en Semana que lo que debemos hacer es “abrir las puertas a un diálogo nacional minero-energético, a un proceso de concertación estratégica con todos los actores locales y nacionales decisivos en el sector, orientado a suscribir un gran pacto nacional.” Solo añado: a los que respeten la ley.
*Empresario
Columnista
¿No es no? Cajamarca, Colombia
La Corte Constitucional se niega a tener diálogo y concertación con la Rama Ejecutiva y con las empresas para escuchar su punto de vista.
POR:
León Teicher
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