A raíz de las elecciones presidenciales, veo muchos columnistas, periodistas y gente de todos los niveles criticando al Gobierno, y la queja general tiene que ver con la corrupción.
Tengo la misma percepción: el principal problema ahora es la corrupción, y es un fenómeno interesante, puesto que no hay forma de saber si antes era mayor o menor, solo sé que hoy está desbordada y las evidencias son cada vez más claras.
Puede que no podamos probarlo, pero este flagelo es rampante y va in crescendo, e ignorarlo es un mal síntoma.
Si lo anterior es cierto, no me queda claro por qué siguen ganando los corruptos.
Dicen que por las maquinarias electorales y, aunque repugnantes, no explican todo el fenómeno, ¿o será que sí?
Pero aun así, las maquinarias electorales no son entelequias con vida propia, se pueden vencer y se dan por tolerancia del candidato o a sus espaldas, aunque, la verdad, creo que cuentan con su total autorización.
Es que una campaña presidencial que une bajo un mismo techo al Partido de la U, liberales, conservadores, algunos verdes y a todo aquel que quiera estar ahí, me asusta mucho, porque veo claramente que no puede haber acuerdo programático, sino que ofrece a cada uno lo que quiere oír a cambio de sus votos. Esta es una empresa electorera.
Y quienes participan van a cobrar.
Ante este panorama solo se me ocurre una solución: soñar con el país que quiero.
El mío sería uno donde todos participáramos masivamente en las elecciones, para recuperar la Presidencia de las mafias electorales y que no vuelva al poder, nunca más, un presidente que sea elegido por medio de artimañas y corrupción electoral, untada de ‘mermelada’.
Esto es dejarnos insultar.
Yo, por lo menos, voy a votar por el candidato más transparente posible, donde el voto que lo acompañe sea masivamente de opinión, para que al llegar al Gobierno no deba esta vida y la otra a cuanto bandido electorero hay en país.
¡Qué tal un presidente sin ataduras, que decida continuar y negociar la paz para todos, sin compromisos, para que esta quede bien hecha!
¡Qué tal un presidente capaz de mejorar sustancialmente la educación, con excelentes profesores, bien remunerados, en colegios públicos de primer nivel, cumpliendo con los más altos estándares mundiales, que permitan reducir la brecha social, creando las bases para dar un salto cualitativo grande en la calidad de vida de los colombianos!
¡Qué tal un presidente que no se dedique a pensar que lo malo está en las instituciones y que por eso hay que cambiarlas, sino que corrija y sea cero tolerante con la corrupción que las maneja!.
¡Qué tal un programa de vivienda social donde las casas que se entreguen sean dignas, que de verdad hagamos un esfuerzo por ayudar a los menos favorecida a salir de la pobreza creando riqueza!
¡Qué tal una reforma judicial donde hagamos que esta funcione para todos, no con procesos de 20 años gracias a las innumerables instancias, sino una justicia efectiva y rápida que solo acepte apelaciones en muy contados casos, no como regla!
Soñemos con un mejor país y votemos todos en masa, ¡ahora por cero tolerancia a la corrupción!
Y si quieren saber, aunque no sé si va a ganar, el voto mío será por Peñalosa.
Lucas Echeverri Robledo
Analista
lukaseche@gmail.com