Los diálogos de paz con las Farc están haciéndonos pasar por una encrucijada, tal vez la más importante para Colombia como sociedad, ya que del resultado en La Habana depende, en gran medida, cuál va a ser el derrotero que va a tomar el país.
Hoy, estamos creando el futuro que vamos a dejar a varias generaciones por venir, el cual se resume en más de lo mismo o en dar un paso enorme hacia la paz del país.
Una opción es que se rompan las negociaciones, lo que dejaría un país tranquilo, porque no se les entregó nada a las Farc, con la falsa seguridad que genera el estatus quo. Una parte de la sociedad se sentirá satisfecha, porque no se les dio nada a estos bandidos que no le han aportado nada bueno al país.
En esta opción, quedamos con la misma nación, radicalizado, enfrentado a más años de guerra y con una sociedad, mejorando sí, pero poco justa y, seguramente, sin posibilidad de dar ese salto cualitativo del nivel de vida, en todos los aspectos, que le permita ser una sociedad más igualitaria, precisamente por esa guerra, que irónicamente enarbola las banderas de la justicia e igualdad social.
Los líderes de la guerrilla han vivido siempre escondidos, entre una lógica que no entendemos, regida por la violencia, en la que la ley se impone a través de la muerte y –claro– entonces creen que hay una parte grande del país que sintoniza con ellos.
Pero no se dan cuenta de que no hay tal, que los pueblos bajo su influencia solo están ahí por miedo e imposibilidad de huir.
Y es bajo esa realidad que los negociadores de la guerrilla están dialogando.
Entonces, el otro resultado posible en La Habana es llegar, a pesar de todo, a un acuerdo para firmar la paz.
Ellos pueden pedir lo imposible, acordémonos que son ellos los que ven la realidad ‘distorsionada’, y aquí es donde un buen dirigente toma decisiones valientes por todos, se vuelve más grande que las circunstancias y nos compromete como sociedad con lo que queremos. La paz, un mejor futuro para Colombia y para todos nosotros, incluidos los alzados en armas.
Estoy seguro de que si ponemos fin al conflicto armado, cediendo más de lo que en principio deseamos, al cabo de pocos años el resultado de Colombia en paz solo será positivo.
Veremos a estos señores tratando de cambiar el país por medio de votos, y, saben que: creo que no lo van a lograr, pero sí van a introducir un saludable punto de vista disidente de la mayoría, sano para el buen desarrollo de Colombia.
En esta alternativa, quedamos con una parte del ‘establecimiento’ alborotado y, seguramente, creyendo que se les traicionó, pero en el mediano y largo plazo daríamos un importante salto cualitativo en el nivel de vida del país: el crecimiento del PIB, como lo han dicho varios expertos, crecería hasta 3 puntos más de lo esperado, y la paz nos daría esa calma para poder enfocarnos en los temas importantes como educación, corrupción, infraestructura y dejar los ‘urgentes’ –la guerra– de lado. Daríamos ese salto al futuro que tanto necesitamos para ser, en todo sentido, una mejor sociedad.
En conclusión, vamos por la paz con todo.
Lucas Echeverri
Consultor