Cuando la cocaína era totalmente legal, la coca no era andina. Tan pronto se aisló la cocaína (1860) y se descubrieron sus usos como anestésico local, los holandeses, desde 1883, comenzaron a sembrarla en sus colonias de las Indias Orientales (Indonesia), en Java. Aunque los japoneses también cultivaron coca en Taiwán, la javanesa y la Fábrica Holandesa de Cocaína (FHC) fueron las que dominaron los comercios de la coca y la cocaína, mientras fueron legales. Obligando así a los andinos abandonar sus sueños de tener un derecho natural al mercado global de la coca por su legado.
En 1905, otras empresas procesadoras de cocaína, las alemanas, formaron un ‘sindicato’ con compras monopsonísticas, acuerdos entre ‘carteles’ sobre precios y fuertes vínculos organizativos con el Estado alemán. Para 1910, la red europea de la cocaína ya no estaba condicionada por el mercado. En 1924, ocho compañías europeas se unieron y constituyeron formalmente La Convención Europea de Productores de Cocaína. Incluía a la FHC y los tres principales fabricantes alemanes. De manera paralela, los holandeses formaron la Asociación Nacional Holandesa de Productores de Coca.
Entretanto, en 1885 en Estados Unidos, nació la Coca-Cola como competencia del vino Mariani, que paulatinamente desapareció frente a la prohibición del alcohol en 1920. Para ese año, Estados Unidos ya tenía su propio monopolio de cocaína. La Merck de Nueva Jersey fabricaba la cocaína medicinal de alta pureza, y su cercana Maywood Chemical, fabricante de la Mercancía No. 5 (el extracto secreto decocainizado de Coca- Cola,) operaban reguladas por la burocracia federal antidrogas (FBN). La cocaína legal estadounidense fue y sigue siendo un subproducto de la Coca-Cola. Para 1961, la Convención Única selló la prohibición de la coca andina, mientras que su Artículo 27 autorizó su uso para la preparación de un agente saporífero que no contenga ningún alcaloide.
La coca y la cola, la primera símbolo emblemático de la cultura andina, y la segunda una nuez alrededor de la cual gira la vida social, relaciones comerciales y adivinación y magia del África, en particular en Nigeria y Sudán. Pero sucede como con el niño al que le piden que pinte un pollo y pinta un pollo asado.
Los andinos estamos esperando el visto bueno para asumir la coca y, remotamente, la cocaína, y damos por sentado que la coca y la cocaína son andinas. Estos telegráficos datos históricos y nuestra cotidianidad revelan que lo único que sí es monopolio de la Región Andina es la guerra contra la coca.
Mientras que la cocaína legal para fines médicos y odontológicos sigue siendo europea y estadounidense, la guerra contra la cocaína proscrita se extiende a toda América Latina y el Caribe, a los numerosos países que hoy en día fabrican su propia cocaína.
El sulfato de cocaína (base) para esos laboratorios sigue siendo procesado en la región andina. Es decir, la cocaína ilegal para esos 21 millones de consumidores, y potencialmente más a nivel mundial, sigue siendo de base andina. ¿Hasta que se legalice? Todo depende de cómo y dónde se legalice primero.
María Mercedes Moreno
Coordinadora, Colectivo MamaCoca
mamacoca@mamacoca.org