Los colombianos somos muy dados a hacer anuncios y luego creer que la acción viene por sí sola; realizamos diagnósticos y estudios, pero los dejamos ahí, pensando que eso es suficiente, y con el paso del tiempo volvemos a comenzar. Y en esas nos la pasamos muchos gobiernos, el Congreso de la República, gremios, y no pocas empresas tienen esa práctica.
Ejemplos sobran. En los años 70 hubo una gran presión poblacional por la alta tasa de natalidad, la cual se discutió y diagnosticó, hasta el cansancio, y gastamos mucho tiempo en planear el futuro que, finalmente, cuando se hizo algo ya esa presión había cedido. Hoy, sabemos que la población colombiana está envejeciendo y que el país se debe preparar para otra pirámide en la cual los viejos serán el problema, pero es poco lo que estamos pensando y proyectando. En esto sí es radical la diferencia con la cultura anglosajona.
La aprobación de los acuerdos entre el Gobierno y la guerrilla de las Farc abre una puerta hacia el futuro, que todos esperamos se consolide gradualmente y sea para bien, después de más de 50 años de un conflicto interno que dejó muchas heridas, no solo físicas, sino también emocionales.
Y a decir verdad, el plebiscito es solo el comienzo de una tarea que se debe hacer y debe ir más allá de los anuncios globales y generales. Cuando se dice que ahora sí el Estado va a tener el monopolio de la fuerza legítima sobre el territorio nacional, el asunto pasa por los cultivos ilícitos, el narcotráfico, la minería ilegal, la pobreza campesina, la formalización y titulación de tierras, y la depredación ambiental.
Y eso implica que quienes formulan las políticas se enfrenten a la realidad concreta y haya ejecución.
Pero hay un asunto en el que se requiere un pacto que involucre a toda la sociedad como condición para vivir en un país mejor –que ahora, se supone, ya no se puede excusar bajo la teoría del conflicto– y este tiene que ver con el buen manejo de los asuntos y recursos públicos, en lo cual resulta frustrante, a diario, en pequeñas cosas, en particular en el Legislativo y en los tribunales.
¿Cómo es posible que nuestros padres de la patria se nieguen a rendir cuentas? ¿No es penoso que en el Congreso se le ponga como condición al Ministro de Hacienda, para aprobar el presupuesto nacional del 2017, que presente un proyecto adicional con los recursos esperados de la reforma tributaria, que nadie sabe a ciencia cierta cómo va a quedar?
Si no se enfrenta, sin contemplaciones, la corrupción y la trampa en todos los niveles del Estado, no habrá mucho futuro. Para ello, se debe modernizar el manejo de los asuntos públicos, en especial en las regiones, que ahora estarán expuestas a más exigencias con mayores recursos. Y a nivel nacional, también es válido: implantar la factura electrónica no debe ser motivo de orgullo, sino de pena, por no haberlo realizado hace años, como operan ya muchas compañías privadas.
Mario Hernández
Empresario exportador
mariohernandez@mariohernandez.com
mario hernández zambrano
Ya no habrá la misma disculpa
La aprobación de los acuerdos entre el Gobierno y las Farc abre una puerta. No obstante, si no se enfrenta la corrupción no habrá mucho futuro.
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Mario Hernández Zambrano
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