Hemos expresado, en varias oportunidades, la necesidad de convocar a la sociedad civil en las decisiones gubernamentales. Este llamado se repite en documentos de la Ocde, de las Naciones Unidas, de la banca multilateral y de parte de las mismas organizaciones que se reúnen bajo esta denominación.
Hoy, más que nunca, la participación de la sociedad civil tendrá que jugar un papel relevante en la reunificación de las fuerzas sociales entorno a propuestas que den inicio a un proceso de pacificación. Iniciativas que nos unan, sin mezquindades y con la grandeza que demanda el reto que de nuevo debemos asumir.
Acodal toma con seriedad y responsabilidad los resultados del plebiscito del 2 de octubre para hacer un llamado a unir fuerzas por una paz sostenible y duradera, donde las preferencias políticas pasen a un segundo lugar y, en cambio, se asuma una posición como país.
La etapa que se nos abre constituye una oportunidad para lograr mayores y mejores consensos. Estos se deben alcanzar en el menor tiempo posible, y para ello se requiere actuar con eficacia, grandeza y convicción para que la mayoría de los colombianos nos comprometamos en la búsqueda de la paz.
No estamos ajenos a los sacrificios que se deben asumir para acordar una paz estable y duradera. Sabemos que perdonar es difícil, pero hay que hacerlo. Sabemos que tendremos que aportar mayores recursos y esfuerzos con el propósito de reducir las brechas campo ciudad, y, en nuestro caso, para que los habitantes de hoy y del futuro accedan a agua potable y a un ambiente de mejor calidad.
Eso se lo debemos a los habitantes del campo, que, en su mayoría, son víctimas directas de la guerra, de la falta de oportunidades.
Como parte de la sociedad civil, apoyamos el diálogo entre quienes piensan diferente. Se trata de entender al otro y ceder en posiciones que no atentan contra los propios principios de democracia, libertad, justicia, participación y reparación, entre otros.
Soñamos con un país en paz, con un cierre de brechas urbano-rural, protegiendo y realizando un aprovechamiento sustentable de la riqueza natural que poseemos, y esperamos participar en su proceso de construcción, ya que nos esperan importantes acciones para el futuro.
El Premio Nobel de la Paz, que en buena hora le fue otorgado al presidente Juan Manuel Santos, significa para el país un reconocimiento a su esfuerzo por tratar de lograr un acuerdo de paz, y un acto de solidaridad con las víctimas de la violencia que desde hace tantos años la guerra ha causado en Colombia.
Tal como lo hemos manifestado en anteriores oportunidades, estamos comprometidos en apoyar los programas de agua, saneamiento y ambiente durante el posconflicto, y, en especial, con aquellas iniciativas orientadas al campo colombiano, en donde se presentan los mayores rezagos en estos servicios.
Maryluz Mejía
Presidente Ejecutiva de Acoda
columnista
Una verdadera oportunidad para la paz
Hoy, más que nunca, la participación de la sociedad civil tendrá que jugar un papel relevante en
la reunificación de las fuerzas sociales.
POR:
Maryluz Mejía de Pumarejo
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