En países como Inglaterra, donde los partidos políticos son serios y las elecciones son una confrontación de ideologías y proyectos de sociedad, los manifiestos electorales de las coaliciones son un elemento fundamental de las campañas; en ellos se plantean las políticas y programas de gobierno que aspiran ejecutar si llegan al poder.
La gente les para bolas porque esos manifiestos son contratos de un partido con sus electores, y son exigibles. Los candidatos que aspiran a cargos de elección popular deben inscribirse a nombre de un partido y comprometerse a defender los postulados del manifiesto. En Colombia, estamos a años luz de esas prácticas democráticas. Acá, los partidos se han debilitado al punto que muchos de los aspirantes a la Presidencia han preferido inscribirse por firmas. Unos carecen de coherencia ideológica y son solo un mecanismo para repartirse cargos de la burocracia estatal o una agrupación de dirigentes que controla sus pequeños feudos electorales. Otros son más disciplinados, pero antidemocráticos, son fieles seguidores de un caudillo que no se atreven a discrepar de sus opiniones.
En medio de tan oscuro panorama, ha surgido una inesperada excepción y el Partido Liberal ha planteado un manifiesto de principios básicos, con la exigencia de que deben ser aceptados por cualquier candidato que quiera contar con el aval del partido para las elecciones. Este manifiesto liberal está lejos de ser un completo programa de gobierno, como sucede en Inglaterra, pero sí incluye los postulados centrales de un liberalismo moderno y progresista, que son la base para construir un país justo y equitativo donde quepamos todos.
Son 8 los principios liberales plasmados en el manifiesto: libertad de todas las personas, pero libertad real que garantice el goce efectivo de todos los derechos; logro de la igualdad con un modelo económico incluyente; respeto a las minorías rechazando cualquier discriminación por razones de raza, orientación sexual; garantía de un Estado laico, lucha contra la corrupción y por la transparencia de los asuntos públicos y la defensa del Acuerdo de Paz con las Farc para construir una paz estable y duradera.
Algunos interesados en socavar los principios liberales, han planteado que la exigencia de comprometerse con este manifiesto es una estratagema para excluir a Vivian Morales. Nada más alejado de la realidad. Desafortunadamente la senadora, que es liberal y progresista en muchos temas, en otros ha antepuesto sus respetables convicciones religiosas queriéndolas convertir en políticas públicas, alineándose así con posturas de extrema derecha como la del destituido exprocurador. Ella misma se ha excluido, como se excluiría Iván Duque, del Centro Democrático, si sigue atreviéndose a discrepar del expresidente.
Por el contrario, en el Congreso Liberal que acaba de reunirse, 4 de los precandidatos se comprometieron con este ideario: Humberto de la Calle, Juan Fernando Cristo, Luis Fernando Velasco y Edinson Delgado manifestaron su talante liberal e hicieron propuestas concretas para su realización. Juan Manuel Galán no asistió por discrepancias sobre la fecha de la consulta para seleccionar el candidato del partido, que ojalá se superen para contar con él.
Con cualquiera de esos cinco candidatos, el liberalismo estará bien representado para participar en la consulta interpartidista que se debe realizar en marzo entre todas las fuerzas progresistas, que deben unirse si quieren derrotar a quienes se oponen a la paz, discriminar a las minorías y mantener el statu quo de desigualdad e injusticia.
Mauricio Cabrera G.
Consultor privado
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