En estos momentos de incertidumbre siempre es necesario escuchar diferentes perspectivas de lo que puede suceder en la economía mundial. Sobre todo, si quienes aportan son expertos que tienen una mirada global más amplia que supere el cortoplacismo y el localismo con el que pensamos en Colombia.
El banco suizo Julius Bär convocó en Ciudad de Panamá un evento para analizar las perspectivas económicas y financieras en el 2018. Participaron, entre otros, el jefe del Departamento Económico de la institución, Janwillem C. Acket y el macroanalista Thomas W. Mucha, de Wellington Management. Algunas de las principales conclusiones pueden ayudar a entender el entorno para el año entrante.
En líneas generales, el 2018 pinta mejor que el año que finaliza. El comercio internacional ha adquirido una buena dinámica que cierra el ciclo de débil comportamiento de los niveles de intercambio registrados desde la crisis financiera del 2008. A ello hay que sumar que el riesgo de deflación, cada vez se aleja más y estamos entrando en un periodo que podría ser definido como de ‘ausencia de inflación’. Es en este marco que la decisión de los bancos centrales, de concluir el ciclo de expansión cuantitativa, debe adelantarse con extrema prudencia para evitar que la contracción monetaria derrumbe el clima de recuperación económica. Tanto la Reserva Federal como el Banco Central Europeo tendrán en sus manos la posibilidad de consolidar o asfixiar la expansión que se anuncia.
Tranquiliza saber que los expertos consideran que el aumento de las tasas en Estados Unidos y Europa tendrán un menor impacto sobre las economías emergentes como la colombiana, gracias al repunte observado en los precios de los commodities.
Interesante también resultan dos elementos que son atípicos. El primero es el nivel de pleno empleo de la economía estadounidense, que viene acompañada de uno de los menores niveles de volatilidad de los mercados medidos por el índice VIX. Si este ciclo de expansión moderada se mantiene a nivel mundial hasta el 2019, estaríamos delante de la expansión más larga de la historia, después de la Segunda Guerra Mundial. Salvo que se presente un inesperado repunte de la inflación –que podría dar lugar a un flash crash–, pareciera que el 2018 se anuncia como un año positivo para los valores de renta variable. La renta fija tendrá menos atractivo por la posibilidad de un mayor nivel de las tasas de interés mundiales. Los márgenes de valorización en estos papeles serán mucho más estrechos que en el año actual.
Pero no todo es color de rosa. Mientras los riesgos económicos parecen bajar, los políticos están en su nivel más alto desde el inicio de la Primera Guerra mundial. Hay una inmensa apatía sobre las bondades de la democracia. La preocupación global sobre el aumento de la desigualdad alimenta lo que algunos denominan ‘la política de la rabia’, que lleva a posiciones populistas como las que abundan a nivel mundial, desde Cataluña, pasando por Caracas y EE. UU., donde las ideas extremas parecen ganar espacio. La posibilidad de un regreso al nacionalismo que revierta la globalización y conduzca a una grave crisis económica es algo que no puede descartarse.
Refrescante resulta escuchar a quienes estudian los temas más allá de las estrechas fronteras del debate colombiano.