La endogamia es una condición social observada en algunas especies animales que establecen comunidades en las cuales los individuos que las componen tienen una alta similitud genética debido a su parentesco. Esta situación hace que, con el paso del tiempo, se concentren cada vez más, tanto las virtudes como las fragilidades de la genética de esa comunidad, amplificando sus ventajas, pero también las debilidades y los riesgos para esos individuos en comparación con otros de la especie que hacen parte de comunidades menos emparentadas y más diversas genéticamente. En el resultado neto, los efectos de tal condición suelen ser negativas.
En las organizaciones, el riesgo de incurrir en una condición de endogamia también existe, tanto a nivel de los equipos gerenciales como de la junta directiva. Es por ello que las buenas prácticas de gobierno corporativo recomiendan la presencia de los denominados ‘miembros independientes’. Ellos son personas que no tienen ningún vínculo con la empresa de cuya junta directiva hacen parte, es decir, no son accionistas, no son empleados, no dependen de ella económicamente ni tienen con relaciones comerciales vigentes, entre otras consideraciones.
Los objetivos de contar con miembros independientes en una junta son variados, algunos encaminados a conjurar, a partir de la diversidad, el riesgo de caer en la ‘endogamia organizacional’ y padecer sus efectos negativos que suelen no compensar sus beneficios. Desde el punto de vista de la estrategia, estos miembros garantizan que se rompa la inercia y promueven una mirada fresca, más liviana en sesgos, al direccionamiento tradicional. Ellos pueden cuestionar el statu quo desde preguntas difíciles y enriquecer el diálogo sobre el futuro, sin caer en el riesgo de herir susceptibilidades históricas o estresar relaciones familiares. Estas personas traen, además, competencias, experiencia y relaciones con el entorno de la organización que en ocasiones no existen en las juntas que han sido muy cerradas, como es el caso de algunas compuestas solo por accionistas o por miembros con conocimientos muy homogéneos.
Los miembros independientes son, además, pilares valiosos para la construcción y fortalecimiento del gobierno corporativo. Estas personas están desprovistas de conflictos de interés, tienen una relación imparcial con la gerencia a la que aconsejan y supervisan, balancean el poder de los miembros de junta patrimoniales o no independientes por otras circunstancias, y pueden servir de contrapeso a intereses particulares, de algunos accionistas o miembros de junta directiva, que eventualmente no coincidan con los de la organización. Son de vital importancia, además, en situaciones de conflicto entre accionistas, las cuales suelen contagiar a las juntas directivas en las que sus miembros son patrimoniales o gozan de parcial independencia. En las empresas familiares, los miembros independientes son un apoyo crítico para los accionistas en el manejo de su relación con su organización, la cual suele ser estrecha. En todos los casos, los miembros independientes le aportan a la junta directiva legitimidad frente a distintas partes interesadas del entorno de la organización, por ejemplo, el sector financiero, clientes y proveedores, y los mismos accionistas.
Para que todos estos efectos positivos sucedan, y alejarse de la ‘endogamia organizacional’, es fundamental que los miembros independientes cuenten con legitimidad desde su perfil y experiencia, con la acogida respetuosa por parte de los miembros no independientes y, principalmente, con el respaldo de la asamblea de accionistas que los eligió.
Carlos Téllez
Consultor empresarial