En términos generales, al electorado a nivel internacional le interesa lo mismo. En los primero puestos en las encuestas aparecen temas como desempleo, costo de vida, calidad de la educación y cubrimiento de la salud. Es sobre estas bases que se deciden a votar por propuestas de candidatos a través de los mecanismos de democracia representativa, que aún está vigente en la mayoría de los países de Europa y América.
Dicho lo anterior, minorías han llevado a que la discusión central y el accionar de políticos sea conducido a través de la información o, en muchos casos, de la desinformación. Si bien siempre ha habido una tendencia a que minorías bien organizadas logren beneficios a través del lobby, la tendencia se ha magnificado y complicado a través de las redes sociales. No cabe duda de que movimientos importantes han nacido a través del acceso abierto y la velocidad bajo la cual se tiene acceso a las redes digitales, ejemplo la ‘primavera árabe’. Pero también es cierto que el uso sin control de redes lleva a que los temas que importan a las mayorías se vean reemplazados por otros que mueven las minorías. Ejemplo de lo anterior es el asunto migratorio en Europa y EE. UU. No cabe duda de que es importante y sus implicaciones económicas y sociales tienen relevancia para las sociedades occidentales, pero no es el tema central de preocupación individual. Sin embargo, tendencias antiinmigratorias y xenofóbicas han logrado centrar la discusión política en este tema. Gran parte del éxito de Trump se debe a ese aspecto, así como el resultado de las elecciones en Italia.
Así, la discusión que importa a las mayorías alrededor de los temas esenciales desde el punto de vista del bienestar personal y colectivo no tiene la relevancia que debería en la discusión política y social. Son las pasiones de las minorías, desencadenadas por el uso de las redes sin control y apareciendo como el mecanismo de canalizar opiniones lo que conlleva al diseño e implementación de las políticas públicas. El peligro de esto es doble: por un lado, el sentir de las minorías se vuelve decisorio en contra de los intereses mayoritarios, que deberían prevalecer en las democracias. Por el otro, la información que se distribuye a través de las redes no tiene control de veracidad o de análisis profundo, muchas veces refleja simples pasiones y magnifica miedos.
Lo anterior, es particularmente cierto cuando lo que se envía por redes sociales incluye mensajes sencillos, con una visión simplista de lo bueno y lo malo, y en especial de crear o determinar un enemigo común. En Europa y EE. UU. eso ha sido el caso con la inmigración. Pero los temas son múltiples a nivel internacional; incluyen simplificaciones erróneas sobre asuntos ambientales, modelos de desarrollo económico, o impactos de la globalización. Así han nacido y se han mantenido tendencias nacionalistas. Lo que preocupa es que los problemas que realmente parecieran importar a las mayorías requieren propuestas complejas y discusiones profundas. Pero el reto de políticos, empresarios y líderes de opinión tiene que ser presentar soluciones a esos temas con visiones sencillas y claras. Lo que se debe lograr es que lo que importa sea lo que se discuta y sobre lo que se decida.
Rafael Herz
Vicepresidente Ejecutivo de la ACP
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