Uno de los temas destacados de la Asamblea del Banco Interamericano de Desarrollo, que concluye hoy en Canadá, no estuvo relacionado con la macroeconomía. Y es que en lugar de hablar de los precios de los productos básicos o de la evolución de los flujos financieros, los asistentes a la cita hemisférica también tuvieron tiempo para hablar de un asunto que concierne a todos: las ciudades.
La importancia del tema está plenamente justificada. América Latina es la región más urbanizada del mundo, pues casi 8 de cada 10 de sus habitantes viven en conglomerados de diversos tamaños. Esa situación contrasta con la de Asia o África, en donde las sociedades rurales son todavía muy importantes, a pesar de que ha comenzado un proceso de cambio fundamental.
De hecho, los datos más recientes muestran cómo millones de personas en China e India están emigrando del campo a la ciudad, en busca de mejores salarios y oportunidades. El desplazamiento de millones de personas es tan grande, que los recursos públicos resultan insuficientes para responder a las necesidades de la gente.
En comparación, ese proceso ya tuvo lugar en la región. Si bien todavía siguen llegando ciudadanos a las principales áreas metropolitanas, las tasas de crecimiento son mucho menores que antes. Debido a ello, ha tenido lugar un proceso que, a pesar de todo lo que falta, es notable.
Este se expresa en un aumento en la cobertura de servicios públicos como agua y electricidad, mientras que en lo que hace a educación y salud también hay mejoras notables.
Ahora, sin embargo, se trata de seguir progresando. La razón es que los centros urbanos tienen aún mucho por hacer en materia de transporte, seguridad y lucha contra la pobreza. Pero los expertos sostienen que ahora hay más posibilidades de hacer las cosas bien.