Las estadísticas muestran que es el segundo rubro más importante, en lo que hace a los ingresos externos de América Latina y el Caribe. Por tal motivo, los observadores consideran que es una buena noticia el reporte hecho por el BID a comienzos de la presente semana, cuando la entidad multilateral informó que las remesas enviadas por los migrantes de la región a sus países de origen tuvieron un ligero repunte del 0,2 por ciento en el 2010, hasta llegar a 58.900 millones de dólares. Esa suma es todavía muy inferior al máximo histórico de 69.200 millones registrado en el 2008, pero muestra una estabilización que da espacio para algo de optimismo. Tal como ocurre en estos casos, no a todas las naciones del área les fue igual. De tal manera, mientras en el Caribe y Centroamérica se registraron alzas importantes en los montos girados, en lo que respecta a México las cantidades fueron prácticamente iguales, en tanto que en América del Sur en general, y en la región andina en particular, tuvieron lugar disminuciones, por segundo año consecutivo. Las razones de ese comportamiento son claras. Mientras buena parte de los migrantes suramericanos se encuentran en Europa, en el caso de los centroamericanos y mexicanos la mayoría reside en Estados Unidos. De tal manera, el alto desempleo que es la norma en España y otros países mediterráneos ha afectado a los latinoamericanos que viajaron al Viejo Continente en busca de un futuro mejor. No ocurre así en Norteamérica, en donde la economía ha experimentado una ligera recuperación, que ha llevado a que la desocupación disminuya a pesar de mantenerse en niveles aún elevados. Más allá de esas explicaciones, no se puede olvidar que la marcha de las remesas es fundamental para un buen número de naciones de la región. Según el Fondo Multilateral de Inversiones del BID, los miles de giros que se hacen representan más del 30 por ciento del Producto Interno Bruto de Guyana, cerca del 15 por ciento para Honduras, El Salvador y Nicaragua, y más del 10 por ciento para Guatemala y Jamaica. Además, el peso de la diáspora se siente cuando ocurren las tragedias. Haití, por ejemplo, recibió 1.971 millones de dólares, 20 por ciento más que en el 2009, en reacción al terremoto que devastó a la nación caribeña en enero del año pasado. En medio de ese panorama, la situación de Colombia debe mencionarse. De acuerdo con el Banco de la República, los ingresos por este concepto ascendieron a 4.023 millones de dólares en el 2010, 2,2 por ciento menos que en el periodo previo, cuando tuvo lugar una caída del 14,4 por ciento frente al dato del 2008. Ese comportamiento, que se asemeja al de otras economías andinas, tiene que ver con el hecho de que casi el 70 por ciento de lo recibido proviene de Estados Unidos y España, que fue la principal responsable de la contracción mencionada. Según el Emisor, el dinero enviado desde la península ibérica se redujo 13 por ciento, equivalente a 121 millones de dólares menos. En contraste, las sumas provenientes de Venezuela repuntaron en 33 por ciento hasta un total de 379 millones de dólares, algo que es llamativo si se tienen en cuenta las restricciones cambiarias en el país vecino. Debido a esa circunstancia, la suerte no fue la misma en los diferentes departamentos. Así, mientras en Antioquia, Cundinamarca o el Valle del Cauca los giros disminuyeron, en Risaralda, La Guajira y Bolívar, pero especialmente en Norte de Santander, aumentaron. Hecha esa distinción, hay que agregar que el impacto combinado de la tasa de inflación y de la revaluación del peso fue considerable. El BID calcula que el poder adquisitivo de las remesas de los colombianos disminuyó en 14,4 por ciento, lo cual golpea la capacidad de consumo de miles de familias. Todo lo anterior es una demostración más de la manera en que la coyuntura internacional afecta a millones de personas en América Latina y el Caribe. Y es que detrás del dato global de las transferencias de dinero se encuentran incontables historias individuales de personas que, con su trabajo en otras latitudes, también impulsan a la región y resultan fundamentales para la estabilidad de un buen número de países cuya suerte sería muy diferente sin el importante dinero venido de afuera.
Editorial / Dinero de afuera
Las remesas enviadas por los migrantes de América Latina y el Caribe se estabilizaron en el 2010, au
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Redacción Portafolio
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